La paz en el mundo se deteriora cada día un poco más, hay conflictos entre las naciones, conflictos internos nacionales, delincuencia y asesinato en las ciudades, conflictos familiares e conflictos emocionales y espirituales en los individuos. Hemos excluido a Dios de nuestras vidas y nos extrañamos de que "Dios permita" tanto mal.
En estos días en que recordamos la pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios, bien vale la pena recordar que papel juega El en nuestra vida. Le permitimos que guíe nuestros pasos o, por el contrario, le cerramos las puertas de nuestro corazón, nuestra vida, nuestro hogar, nuestra ciudad, nuestro país o el mundo.
Quizá a nivel personal no podemos hacer nada por la paz munial, ni siquiera por disminuir la delincuencia en nuestras ciudades, pero si podemos lograr que haya paz en nuestro corazón, y si hay paz ahí, estoy seguro que la habrá en nuestra familia, y de modo impreceptible pero real, empezaremos a mejorar la situación del mundo.
No desdeñemos la oración como un instrumento capaz de influir en la vida e las personas. Las Sagradas Escrituras hablan de como cuando se avecinaba un gran mal para el pueblo elegido y este aceptaba sus errores, hacía oración y penitencia, Dios intervenía en,los corzones de los poderosos para alejar el daño de su pueblo. Pues Dios sigue actuando de esa manera, pero quiere que asumamos nuestra parte, desea que haya una verdadera conversión en nuestros corazones para que el pueda brindarle paz a la humanidad, esa paz que tanto anhelamos y que sin Dios no es posible.