Palabras del Papa Francisco en el ángelus de este domingo 3 de julio
"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la página evangélica del día de hoy, en el capítulo décimo del Evangelio, Lucas nos hace entender cuánta necesidad tenemos de invocar a Dios, "el Señor de la mies, para que envíe operarios a su mies". Los operarios de los cuales habla Jesús son los misioneros del Reino de Dios, que Él mismo llamaba y enviaba "de dos en dos delante de sí en cada ciudad y lugar a donde estaba por ir".
Su tarea era anunciar un mensaje de salvación dirigido a todos. Los misioneros anuncian siempre el mensaje de salvación a todos; no solamente los misioneros que van lejos, también nosotros, misioneros cristianos que decimos una buena palabra de salvación. Y este es el don que nos da Jesús con el Espíritu Santo. Este anuncio es decir: "Está cerca el Reino de Dios".
Porque Jesús ha 'acercado' a Dios hacia nosotros, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana.
Esta es la Buena Noticia que los 'operarios' tienen que llevar a todos: un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad. Jesús, cuando envía a sus discípulos delante de él en los pueblos les recomienda: 'Antes digan: paz a esta casa' (...) curen a los enfermos que allí se encuentren'.
Todo esto significa que el Reino de Dios se construye día a día y ofrece ya en esta tierra sus frutos de conversión, de purificación, de amor y de consolación entre los hombres. ¡Es algo muy hermoso construir día a día este Reino de Dios que va naciendo! ¡No destruir, sino construir!
¿Con cuál espíritu el discípulo de Jesús deberá realizar esta misión? Como primera cosa deberá ser consciente de la realidad difícil y a veces hostil que lo espera. De hecho Jesús dice: 'Les envío como corderos en medio de los lobos'. Es clarísimo. La hostilidad está siempre al inicio de la persecución de los cristianos: porque Jesús sabe que la misión es obstaculizada por la obra del maligno.
Por esto, el operario del Evangelio se esforzará en ser libre de los condicionamientos humanos de todo tipo, no llevando ni bolsa, ni alforja, ni sandalias, como ha recomendado Jesús, para solamente confiar en la potencia de la Cruz de Cristo. Esto significa abandonar todo motivo de vanagloria personal y volverse humilde instrumento de la salvación obrada por el sacrificio de Jesús, muerto y resucitado por nosotros.
La del cristiano en el mundo es una misión estupenda y destinada a todos, es una misión de servicio, ninguno excluido. Esta necesita de tanta generosidad y sobre todo de la mirada y del corazón dirigido hacia lo alto para invocar la ayuda del Señor.
Hay mucha necesidad de que hayan cristianos que testimonien con alegría el Evangelio en la vida de cada día. Los discípulos enviados por Jesús, 'llegaron llenos de alegría'.
Cuando nosotros hacemos así, el corazón se llena de alegría. Y esta expresión me hace pensar a la alegría de la Iglesia cuando sus hijos reciben la Buena Noticia, gracias a la dedicación de tantos hombres y mujeres que diariamente anuncian en Evangelio: los sacerdotes, aquellos buenos párrocos que todos conocemos, las monjas , misioneros, misioneras... Y me pregunto, escuchen la pregunta: ¿Cuántos de los jóvenes que ahora está aquí presentes en la plaza sienten la llamada del Señor para seguirlo?
¡No tengan miedo! Sean valientes y lleven a los demás esta llama del celo apostólico que nos ha sido dada por estos discípulos ejemplares.
Recemos al Señor, por la intercesión de la Virgen María, para en la Iglesia no falten nunca corazones generosos, que trabajen para llevar a todos el amor y la ternura del Padre celeste".