El llamado del Papa Francisco desde que asumió la investidura de Obispo de Roma se repite una y otra vez. Es una convicción personal, pero también una exigencia evangélica. Ayer que se celebró el ritual del lavatorio de los pies, nuevamente nos recordó que el mayor de todos, el más importante, está al servicio de los demás. En una cárcel para menores infractores en Italia, el Santo Padre llamó a los jóvenes a no perder la esperanza y a servirse los unos a los otros. Haciendo las cosas con la sencillez que lo caracteriza (sin duda un ejemplo para todos nosotros y para todos lo que ejercen de una manera u otra el poder), pidió que la Televisión Vaticana no transmitiera el evento, evitando así que los medios caigan en confusiones sobre las intenciones de Francisco, particularmente para que no se piense que usa a los muchachos para ganar notoriedad. Sin embargo esto es un gran ejemplo que nos llega a todos y a todos nos compromete.
En el mismo sentido, el Obispo de nuestra diócesis, Monseñor Jonás Guerrero, hizo un llamado a la comunidad para "servir y cambiar el mundo", ese cambio se fundamenta precisamente en el servicio. Mucho nos quejamos de la situyación que nos toca vivir, de la violencia, de la desigualdad, de la inseguridad y la falta de oportunidades; pues si servimos a los demás el mundo empezará a cambiar, llegarán tiempos más tranquilos y con posibilidad de crecimiento espiritual y material para todos en el que la brecha de desigualdad se reduzca y mejore el ambiente social.