Bernardo Ardavín Migoni
El amor verdadero tiene un regusto a lo sagrado
Algunos que defienden la posibilidad del matrimonio entre personas del mismo sexo dicen que nadie debe impedir que la gente se ame, como quiera y a quien quiera –como escribió el presidente Enrique Peña Nieto–. Es un argumento especioso, una falacia que, sin embargo, contiene una fuerza inmensa; porque, si estuviera bien aplicado, podría adherirse a la sentencia de San Agustín: ¡Ama y haz lo que quieras!
En efecto, el amor es la única forma de relación que está a la altura de la dignidad de las personas. Es una manera de participar de la acción divina porque, como afirma San Juan: Dios es amor.
Pero el amor supone entrega generosa, sin límite, de manera totalmente desinteresada, sin que medie intención alguna de utilizar al otro en provecho propio. También implica, por su propia naturaleza, la búsqueda del bien del otro, de su realización, perfeccionamiento y felicidad. No es posible el amor, la caridad, sin la verdad, la belleza y el bien. En consecuencia, usar ese argumento para justificar el invento de supuestos derechos para los homosexuales, carece de sentido.
¿Qué debemos hacer?
Resulta evidente la arbitrariedad que implica la imposición de la ideología de género, actitud que es propia de una dictadura ajena a cualquier pretensión democrática. Se trata de la pretensión de instrumentar una suerte de "revolución cultural", tan dañina como lo fue la revolución maoísta, en la China comunista, o la de Plutarco Elías Calles en México, con su persecución religiosa, o la del General Lázaro Cárdenas con su educación socialista.
No es lícito que permanezcamos pasivos o indiferentes, cuando pretenden que nos resignemos a convertirnos en esclavos de una ideología que niega la libertad religiosa, de pensamiento, de expresión y de conciencia.
Debemos unir nuestras fuerzas a las acciones emprendidas por un número cada día mayor de organizaciones civiles que están haciendo acopio de firmas y diversas expresiones provenientes de cientos de miles de ciudadanos, a través de las redes sociales, para rechazar con energía estas imposiciones arbitrarias de las autoridades, absolutamente inadmisibles en un régimen democrático.
¡Apoyemos la iniciativa ciudadana a favor de la familia!