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El testimonio de los “sin país” en los Juegos Olímpicos de Río

testimonio sinpaisÓscar Fidencio Ibáñez

Un grupo de 20 refugiados sirios que escapaban de la guerra a través de Turquía quedaron a la deriva en medio del mar cuando su pequeña embarcación se quedó sin motor; en el grupo iba Yusra Mandini, una joven de 18 años que se arrojó al mar y nadó durante más de tres horas junto con su hermana y otras dos personas, para arrastrar la embarcación hasta la orilla y salvar la vida de todos.

Yusra es parte del grupo de 10 refugiados que compiten bajo la bandera olímpica en Río de Janeiro; ellos representan a quienes no tienen país, a millones que sufren la tragedia de ser desplazados por la violencia, la guerra, el hambre, la depredación ecológica o la persecución religiosa en todo el mundo.

Este mes el Papa Francisco dedicó su video del Papa a invitarnos a hacer oración para "que el deporte fomente el encuentro fraternal entre los pueblos y contribuya a la paz en el mundo". También expresó su deseo de que a través del deporte se "promueva la cultura del encuentro entre todos por un mundo de paz".

El pontífice también envió un mensaje a los deportistas refugiados donde los invita a que su presencia en las olimpiadas se convierta en un mensaje para todo el mundo: "Que el valor y la fuerza que lleváis dentro puedan expresar a través de los Juegos Olímpicos un grito de fraternidad y paz. Que a través de cada uno de vosotros, la humanidad comprenda que con la paz se puede ganar todo, mientras que con la guerra se puede perder todo".

Cuando el "equipo de refugiados" desfiló en la inauguración de los Juegos Olímpicos, recibió la más grande ovación de todas y se convirtió en un gesto de solidaridad para los "sin país" en cualquier parte del mundo. Así, quienes vienen de sufrir una tragedia junto con sus familias, se convierten en mensajeros de esperanza.

La imagen me recordó la realidad de los inicios de la Iglesia, cuando creció y se extendió por todo el mundo, precisamente por la persecución que sufrieron en Jerusalén. Después de que crucificaron a Jesús, mataron con piedras a Esteban, golpearon y encarcelaron a Pedro y a los demás apóstoles, los discípulos huyeron de la ciudad y entonces el Espíritu Santo se manifestó en su debilidad y miedo: "Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra" (He 8, 1-4).

Estos refugiados, huyendo de la guerra y la persecución religiosa, dan un mensaje de paz y esperanza a toda la humanidad. Hace casi 2 mil años los primeros cristianos huyeron hacia Siria, hoy estos refugiados huyen de Siria y vienen a hablar con su presencia delante de todas las naciones, a través de la televisión y las comunicaciones virtuales.

También pensé que en la situación más desesperada, con la expectativa de morir abandonados en el mar, la joven Mandini se arrojó a las heladas aguas porque eso era lo que ella podía aportar en ese momento para servicio de los demás, no se lanzaron los políticos, los empresarios o los trabajadores por fuertes que fueran, sino ella y su hermana porque eran las nadadoras.

Esta es una lección para todos: A pesar de cualquier adversidad, ya sea una persecución, un naufragio o lo que sea, debemos dar testimonio de la Buena Nueva; y lo podemos hacer porque el Espíritu Santo se manifiesta en nuestra mayor debilidad, y nos lleva a compartir lo que Dios nos ha dado para servir a los demás: conocimientos, habilidades, actitudes o recursos. Los políticos construyendo comunidad y administrando con honestidad, los empresarios y trabajadores generando riqueza, los padres y maestros educando, y así cada quien dando de lo que ha recibido.