Pedro de Legarreta Lores
No importa qué, lo que haga Peña Nieto está mal. Al menos un sector de la oposición y del circulo rojo parece creerlo así.
No salió del todo bien, pero tampoco fue tan negativo; pero si todo el día estamos escuchando que es lo peor que ha hecho el presidente, vamos a terminar por aceptarlo, creerlo y reclamarlo.
El caso es que por primera vez en la historia de México, somos un factor en la elección presidencial en Estados Unidos, eso se llama influencia internacional, ¿Qué el candidato republicano no nos gusta?, tampoco nos ha ido bien con la aspirante demócrata, y ella ya fue Secretaria de Estado, lo que pasa es que en la agenda feminista, posicionar a una presidenta en la posición más fuerte del mundo, la presidencia de la primera potencia mundial, pareciera ser un objetivo fundamental. Poco importa que en Forbes ya haya figurado una mujer como el político más poderoso del mundo, pero como Ángela Merkel no comparte esa agenda, ella no cuenta, es una conservadora, dicen.
Pero, ¿Hillary Clinton es mejor para México que el magnate copetón?; en el mandato de su esposo, Bill Clinton, se pusieron restricciones a los productos agropecuarios mexicanos, se trató de frenar el TLCAN, se aprobaron duras leyes antiinmigrantes y ¡se construyó un muro! Y Hillary no levantó la voz para defender a México.
Como Secretaria de Estado, Hillary Clinton ordenó investigar la salud mental del presidente de México, despreció los llamados de éste a frenar el flujo de armas y dinero en la frontera y tras una reunión tensa, dijo que era su peor encuentro con un Jefe de Estado... Hillary también desprecia a los mexicanos, al menos Trump aceptó la invitación, dudo mucho que Hillary lo haga, y aducirá que somos intervencionistas o que Peña favoreció a su contrincante.
Sin importar cual de los dos gane, Estados Unidos necesita a México, casi tanto como nuestro país necesita al coloso del norte. Por mal que nos caiga y por muchos que sean los errores de nuestro presidente, esta estrategia de invitar los aspirantes a la presidencia de Estados Unidos no es uno por al menos dos motivos: El primero, tiene que ver con la velocidad de la relación bilateral, siempre hay que esperar algunos meses después de la investidura para que inicien los contactos de primer nivel, debido a las responsabilidades de ambos mandatarios, esto reduce los tiempo efectivos para lograr acuerdos, especialmente por el desfase electoral. El segundo acierto de esta estrategia tiene que ver con nuestra propia mentalidad, una que se niega a participar en el concierto de las naciones y a ejercer la influencia que como uno de los países más importantes del mundo, a pesar de nuestras carencias, tenemos posibilidad de ejercer.
Peña Nieto no borra sus múltiples pecados con esta innovación, pero demuestra que nuestro sistema político puede cambiar.... También muestra la reticencia que como sociedad tenemos a ese cambio, especialmente los líderes de opinión que se han dedicado a denostar al presidente sin ver las oportunidades que abre para el futuro.