El debate de los vicepresidentes
Los datos científicos confirman las primeras impresiones. El número dos de Trump fue mejor que el segundo de Clinton. El único cara a cara que medirá a los candidatos a vicepresidente en esta campaña se decantó del lado republicano. Mike Pence, gobernador de Indiana, se impuso con mayor solidez y tranquilidad que su rival. El exgobernador de Virginia, Tim Kaine, en un sobreactuado papel de ariete antiTrump, se dejó en la escena el debate y parte de su imagen afable. Demasiadas interrupciones al contrincante, que en televisión resultan demoledoras. Nadie sabe a ciencia cierta qué efecto tendrá en la campaña. El debate entre «vicepresidentes» apenas suele influir, pero en este proceso es mejor no aventurar. Sí se puede afirmar que Pence le mostró ayer a Trump el camino para empezar la remontada el próximo domingo en San Luis (Misuri): ignorar los ataques ajenos, ofrecer un discurso republicano y lanzar ataques templados pero efectivos.
La nueva guerra fría entre EEUU y Rusia
El primer ministro de Rusia, Dmitri Medvédev, fue el primero en mencionar abiertamente, en un foro realizado en Múnich en febrero pasado, que "hemos ingresado en una nueva Guerra Fría". Allí también planteó una cuestión nada retórica: "A veces, pienso, ¿estamos en 2016 o en 1962 (...)?". Pero el delfín político de Vladimir Putin luego matizó sus declaraciones. Señaló que la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) es la que conduce a Moscú hacia una confrontación que recuerda la sostenida por Occidente y el bloque soviético entre 1945 y 1991, año este último en el cual colapsó la extinta URSS. Con su referencia a 1962, Medvédev aludió a la 'Crisis de los misiles', uno de los episodios más calientes de la Guerra Fría. En octubre de ese año, Moscú y Washington estuvieron al borde de una confrontación nuclear, luego de que la segunda detectara lanzaderas de misiles soviéticos en el territorio de Cuba, gobernada entonces por el comandante Fidel Castro. Sin matices de por medio, el periodista estadounidense David Martin se muestra convencido de que el planeta se enfrenta ya a los efectos de una nueva Guerra Fría 2.0. El reciente rompimiento del diálogo en torno a Siria parece ser muestra de ello.
Tras el triunfo del NO, ¿Colombia vuelve al camino del diálogo para la paz?
Ganó el No porque había descontento con la gestión de Santos; porque algunos consideraban que el innovador diseño de justicia transicional de los acuerdos era una especie de "aministía" a las FARC, o una especie de "amnistía" a los paramiliatres y funcionarios estatales; también hubo algunos que resaltaron el clientelismo municipal, y que ganó el No porque sus poderosos impulsores hicieron una campaña sucia para difundir información falsa sobre el contenido de los acuerdos; otros porque que las encuestas daban al Sí muy alto y por eso muchos decidieron no votar, dado que el resultado ya estaba decidido (algo que explicaría porqué hubo más voto negativo donde hubo más participación). Pero también otros dijeron que las zonas afectadas por el huracán, donde ganó el Sí, estuvo subrepresentada porque sólo pudo participar el 25% del electorado; mientras otros enfatizaron que el resultado no representó a los colombianos porque el abstencionismo de 67%, el mayor en 22 años, permitió que "pocos" colombianos resulten sobrerepresentados. Muchas pueden ser las explicaciones pero, por más que duela, la única verdad es la realidad: perdió el Sí. Lo curioso de esta situación es que todas estas explicaciones pueden ser ciertas al mismo tiempo. El empate técnico resultado lo único que dejó en claro es que aún no hay consenso con respecto al diagnóstico ni a la propuesta entre los colombianos. O en otras palabras, que Colombia necesita un poco más de tiempo para consensuar una propuesta que tenga cimientos sólidos para una iniciar una Paz duradera.