Óscar Fidencio Ibáñez
La primera vez que viví en Estados Unidos enfrenté las múltiples opciones de cereales, jabones, y toda clase de artículos en los supermercados, en contraste con las conocidas opciones (y únicas) que teníamos en la pequeña comunidad serrana donde viví mi niñez.
La imagen me ayuda a entender la confusión de los jóvenes que al enfrentar tal cantidad de información tienen problemas para discernir lo útil de lo inútil, lo importante de lo intrascendente, e incluso para decidir sobre alternativas para estudiar o trabajar. Los errores en mis opciones frente a los anaqueles comerciales tenían consecuencias irrelevantes, frente a las implicaciones que tiene hacer malas opciones de vida o no hacerlas.
Una de las características de la época actual es la ausencia de compromiso que se puede ver en la falta de interés y participación de los jóvenes en política o en agrupaciones de servicio y voluntariado. Muchos aducen la corrupción en la política y los liderazgos partidistas y económicos como la causa de la no participación. Sin embargo, otra causa parece ser la dificultad para optar frente a la confusión de ideas e intereses, frente a las múltiples causas que a veces son contradictorias y que llevan a dudar de las opciones que se presentan y que derivan en apatía o cinismo.
La falta de compromiso se manifiesta también en las diferentes opciones de muchos jóvenes que no están dispuestos a engendrar y a educar hijos o a adquirir un compromiso matrimonial, ya sea por el uso de anticonceptivos en las relaciones sexuales, por la tendencia a vivir relaciones temporales, o incluso a experimentar relaciones con personas del mismo sexo que cancelan la posibilidad de procrear; también hay quienes se abstienen de tener relaciones con otras personas y optan por vivir aislados, privilegiando las interacciones virtuales que permite la tecnología y la conectividad actuales.
Y también existen quienes no optan, porque la marginación y la exclusión los dejan sin opciones.
En este entorno de exceso o ausencia de opciones, de corrupción, y de confusión, existen quienes rompen el círculo vicioso a través del compromiso con los demás. Son personas que optan, que escogen con entusiasmo un camino que les da una ventaja contra quienes temen al compromiso y se mantienen en la dubitación, en la consideración interminable de las siempre nuevas opciones que se les presentan a diario, o en la angustia de no tener opciones. Son personas que convierten su opción en una misión.
Hay quienes optan por ganar dinero o tener poder, "éxito" al precio que sea, sin importar los medios o los límites éticos o legales. Se comportan como los personajes descritos en "perros" de Pink Floyd; al final, son corazones de piedra, dispuestos a matar -de muchas maneras- a quien se interponga en su camino, para terminar en la soledad de su inagotable ambición; más que una misión, parece que los mueve una obsesión.
Recientemente, conviví con un grupo de jóvenes que se dedican a ayudar a personas en necesidad desde diversas asociaciones civiles y de voluntarios, con programas de escuelas de tiempo completo para apoyar a niños y jóvenes mientras sus padres trabajan, o que sólo tienen papá o mamá; apoyos nutricionales, educación para padres, atención a mujeres embarazadas o con cáncer. Cuentan también con programas de autoestima y formación para jóvenes, para ayudarles a dar sentido a su vida en un mundo que pareciera no tener sentido.
En este caso, la opción de ayudar a los demás se convierte en una misión, en un compromiso de vida que fortalece lazos en la sociedad y que sigue la lógica de que todos avancen, no sólo una persona por encima de los demás, sino ayudándose unos a otros, uniendo esfuerzos de distintos grupos de voluntariado y apoyo solidario.
Se puede optar por la obsesión individual hacia la isla desierta, o por el servicio a los demás en la autoconstrucción personal y social. La obsesión individual y el compromiso social, se convierten en un antídoto a la duda, a la apatía y a la inseguridad que llena de ansiedad y paraliza.
Nuestro mundo necesita más compromiso, menos obsesionados por el éxito individual y más misioneros dispuestos a llegar a las periferias existenciales.