El día de ayer se reunieron integrantes del Movimiento por la Paz, de Javier Sicilia, con el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, para iniciar los trabajos por una agenda conjunta que lleve al tan anhelado escenario de paz, con justicia y dignidad. No va a ser fácil, en los últimos meses el poeta Sicilia ha señalado que la policía conjunta no es solución, quiere que se aplique la ley general de víctimas así como está, señala que los homicidios no han bajado; en fin, sigue en una actitud beligerante y poco constructiva, únicamente quejándose desde el dolor de la pérdida y sin aportar soluciones viables para una sociedad en la que, él lo sabe bien, las comunidades están infectadas con el cáncer de la droga, los jóvenes están inmersos en la desesperación de la ausencia de futuro y en consecuencia se encuentran sin rumbo para sus vidas. Ahí se topan con padres permisivos que les toleran todo, no les enseñan a ser fuertes en la adversidad, sino que los alientan a ser agentes de violencia, verbal o física, contra los que consideran culpables. En ese escenario, la tarea de trabajar con el movimiento recayó en el subprocurador de derechos humanos, Ricardo García Cervantes, un panista histórico, se encuentra ante una tarea casi imposible: resolver el problema a base de los caprichos de Sicilia.