Pedro de Legarreta Lores
Lo que está pasando en Venezuela puede entenderse como la crisis de la Revolución Bolivariana o el Socialismo del Siglo XXI, proyecto político que tiene como punto de partida la victoria de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de 1999, continuado hasta ahora por Nicolás Maduro tras la muerte del comandante en 2013. Chávez y su gestión gozaron de altos niveles de aprobación hasta su muerte prematura, en el 2013, a causa del cáncer. Maduro no ha contado con la misma suerte:
La crisis petrolera mundial, que inició en el 2014, noqueó a la economía venezolana. El FMI calcula que Venezuela cerrará el año 2016 con una caída del PIB de -10,0% y una inflación superior a 475%. A la caída del precio del crudo se sumaron las medidas de control cambiario, que agudizaron el desabasto de productos básicos y medicinas.
A la problemática económico-social, hay que añadir la crisis política: el 6 de diciembre de 2015 la oposición se hizo de la mayoría en la Asamblea Nacional, el órgano legislativo unicameral. El PSUV acusó de fraude a tres diputados opositores de Amazonia y el Tribunal (TSJ) dictó una medida cautelar para que no juramentara a dichos representantes, lo que la Asamblea ignoró, con lo que el TSJ aceptó una demanda por desacato y desde entonces Maduro considera inconstitucional a la Asamblea y ha gobernado a partir de decretos, principalmente el estado de excepción y emergencia económica —que le permite dictar leyes sin necesidad de recurrir al legislativo.
La oposición propuso el referendo revocatorio para remover a Maduro del cargo y llamar entonces a elecciones anticipadas, sin embargo todo esto se ha suspendido por decisiones del TSJ y el Consejo Nacional Electoral. Todo ello ha llevado al rompimiento del diálogo y la manifestación multitudinaria en la calle con graves riesgos para la sociedad venezolana y el desprestigio de ese país a nivel internacional.
Miles de personas se han concentrado este miércoles en Caracas para secundar el llamamiento de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) a "tomar Venezuela" para restaurar el "hilo constitucional" que, según denuncia la coalición opositora, ha roto el Gobierno de Nicolás Maduro.
Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay hicieron un llamado al gobierno y la oposición a un diálogo constructivo en Venezuela y destacaron el acompañamiento del Vaticano en las conversaciones para superar la crisis política.