Juan Pablo Castañón Castañón
Indudablemente, el desenlace del proceso electoral en Estados Unidos fue sorpresivo para la gran mayoría de los observadores, dentro y fuera de los Estados Unidos.
Pero más allá de cuál opción era mejor para el propio Estados Unidos, incluso para México, hay un hecho consumado, el cual debemos afrontar.
Corresponde mirar hacia delante, y para México, que estemos unidos en lo esencial, sin oportunismos que dañen nuestras capacidades de acción y negociación.
Necesitamos cerrar filas, con una visión clara de nuestros intereses y prioridades nacionales: una postura previsora y proactiva. Ni menospreciar o evadir los retos, ni tampoco exagerarlos: debe imponerse una evaluación realista de los posibles escenarios, tanto los riesgos como las áreas de oportunidad. No se vale querer sacar provecho político, económico o de intereses de la nueva realidad.
Es tiempo para dejar de lado los intereses particulares, de grupos o personales; que no se contamine este proceso de enorme trascendencia para el futuro de México con actitudes electorales o que no estén pensando en el bien común, sino en intereses mezquinos.
Existen amenazas reales, que atañen a intereses fundamentales de México, el empleo, la inversión, la generación de bienestar para los mexicanos, así como a principios y responsabilidades que tenemos como nación. Además, es de esperar que la incertidumbre persista por un tiempo, dado que estamos ante una perspectiva desconocida o impredecible en un alto grado, por las disyuntivas que se esbozan.
Hay muchas cosas que tendrán que definirse, para que podamos tener mayor precisión del rumbo que pueda tomar el gobierno de Estados Unidos. En específico, habrá que esperar a que se den a conocer los integrantes claves de su gabinete; a la política que siga su partido y también los demócratas en el periodo de transición. Por supuesto, también a la reunión con el presidente Peña Nieto, previa a la toma de protesta de Trump, el 20 de enero próximo.
En este sentido, en el corto plazo, no puede descartarse que se presente una volatilidad intermitente en los mercados financieros internacionales y, en particular en México. La inestabilidad sólo comenzará a disiparse en la medida que haya definiciones y más certeza para la toma de decisiones.
Tenemos la convicción de que México cuenta con las condiciones y los recursos necesarios para transitar adecuadamente por esta fase de inestabilidad. Existe margen de maniobra para minimizar riesgos y costos, con instituciones y mecanismos que nos brindan capacidad para responder. Esto incluye el esquema del tipo de cambio flexible, para que cumpla con la función de absorber shocks, amortiguando los efectos en otras variables de la economía.
Los fundamentos macroeconómicos claves y las finanzas públicas de la Federación, si bien presentan retos importantes y áreas de oportunidad, nos dan condiciones suficientes para enfrentar el temporal, con un grado aceptable de blindaje.
Las primeras reacciones del Gobierno Federal han sido consecuentes. Se ha mostrado sentido de oportunidad y determinación para atender las contingencias financieras sin precipitación: sin utilizar anticipadamente cartas, lo que reduciría el margen de maniobra en lo sucesivo. Se ha reconocido la decisión soberana del pueblo estadounidense y se ha mostrado disposición para el diálogo, con el fin de buscar construir una nueva agenda común.
Se ha ido perfilado, asimismo, un sentido de encuadre y alineación tanto en el ámbito político, como entre el Gobierno y el sector privado. La aprobación del presupuesto para el 2017 es una muestra de ello. Es fundamental mantener esta dinámica, y de hecho hay que fortalecerla, para dar consistencia en el seguimiento y análisis de la situación, la determinación de los mejores caminos a seguir para defender los intereses y principios de México.
Debemos buscar nuestros aliados y nuestras fortalezas, para que en el diálogo encontremos la defensa de los legítimos intereses de nuestra patria.
La turbulencia de corto plazo deberá ir cediendo. Lo que no podemos hacer es confundir la inestabilidad de coyuntura con los aspectos de índole estructural en la relación bilateral y su incidencia en las prioridades políticas, sociales y económicas de nuestro país.
En México, nuestra patria, necesitamos visión estratégica y proactividad, y hacer un mismo equipo sólido, sobre bases en donde todos podamos compartir y construir. Así como podemos integrar respuestas y acciones a la altura de las circunstancias. Hay mucho que reflexionar, revisar, replantear y reforzar. Convocamos a que todos juntos hagamos este ejercicio de planeación y acción sobre los retos y directrices de la relación con Estados Unidos juntos todos: gobiernos, fuerzas políticas, sociedad civil y el propio sector empresarial.
Tenemos que responder adecuadamente a preguntas muy importantes y tomar determinaciones estratégicas no sólo del futuro de la relación bilateral, sino de la nación que queremos construir juntos.
¿De qué forma abordar las corrientes de proteccionismo en el mundo, siendo México un país líder en los flujos comerciales, logísticos e industriales de perspectiva global? ¿Cómo afrontar los retos del populismo que surge ante la gran desconfianza que existe hacia la política tradicional y las instituciones?
¿Qué acciones seguir para diversificar nuestros mercados de exportación y vigorizar nuestro mercado interno, nuestro empleo, a fin de ser menos dependientes de la economía de Estados Unidos? Al mismo tiempo, ¿cómo fortalecer nuestros vínculos estratégicos con ese país y al TLCAN, buscando soluciones en que podamos coincidir?
Hay que atender a las inquietudes de nuestros socios, a la vez que debemos demostrar lo mucho que se ha logrado en beneficio mutuo.
Las acciones no pueden limitarse a los gobiernos federales. Tienen que reflejar la diversidad de la relación, y ahí debemos sumarnos todos juntos, para asegurar las mejores condiciones para México: los gobiernos estatales, las empresas y sus trabajadores, sus organismos representativos, las organizaciones de la sociedad civil.
¿Cómo responder mejor ante amenazas que hay que enfrentar como una nación unida?: el rechazo a muros e imposiciones, la defensa de los derechos humanos de nuestros connacionales, los empleos que hemos generado y las oportunidades para los mexicanos.
Podemos convertir los retos en oportunidades efectivamente con los estadounidenses: una política integral para el desarrollo y la seguridad de la frontera y la zona colindante; soluciones justas y perdurables para la migración; una integración comercial y productiva que genere más empleos en ambos países.
Hay que poner por delante una posición de país amigo, aliado y socio, con un destino inevitablemente compartido con el de Estados Unidos, pero también de una nación digna, decidida a defender sus intereses y los de su gente, en México y en Estados Unidos.