Bernardo Ardavín Migoni
El proyecto de Constitución CDMX no se puede corregir, necesitaría un planteamiento completamente nuevo y distinto.
El proyecto de Constitución de la Ciudad de México está concebido desde enfoques ideológicos que son ajenos a nuestra tradición jurídica y, lo que es más importante, a nuestra cultura.
Sus redactores pretenden fundamentarse en los "derechos humanos", pero inventan derechos que no existen y contradicen los reconocidos en diversos tratados internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el llamado Pacto de San José (1969) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966).
Un ensayo para el centenario de la Constitución de 1917
El proyecto pareciera un ensayo para introducir ideologías alejadas de la realidad de la naturaleza humana, que es el fundamento de los verdaderos derechos humanos, mismos que son identificados y reconocidos, no otorgados por tribunal alguno.
La nueva Constitución es una suerte de plan piloto para modificar la Constitución General de la República con motivo de su primer centenario, el año próximo. Ésa es quizás la razón por la cual no les importa contradecirla, ya que su intención sería "renovarla" añadiéndole numerosos apartados supuestamente "progresistas".
¿Qué debemos hacer?
Lo único factible es eliminar ésta pretendida nueva Constitución de la Ciudad de México.
En el caso de que se reiterara, más tarde, en el futuro, la pertinencia de adoptar una nueva Constitución para la capital, sería prudente esperar a la previa actualización de la Constitución General de la República, para proceder lógicamente de lo más general, lo nacional, a lo particular, y no al revés.