Pedro de Legarreta Lores
En más de una ocasión hemos volteado asombrados a ver el milagro asiático, ya sea en Corea, Singapur, Tailandia, Hong Kong o Macao. El crecimiento económico de estos países se ha basado en su incursión en el desarrollo de productos con alto contenido de valor agregado, lo que significa alto contenido tecnológico. Estos milagros económicos, de países que hace 30 o 40 años estaban en las mismas o peores condiciones económicas que el nuestro, han querido ser copiadas por nuestros políticos en base a diferentes factores: la apertura comercial de nuevos mercados, la firma de tratados de libre comercio, los incentivos a empresas, la generación de clústeres, en fin, de muchos medios, excepto el que ha fundamentado ese desarrollo: La Educación.
Desde 1992, nuestro país ha manejado un discurso de mejora educativa, pero la realidad es que nada ha cambiado. Las autoridades educativas y los sindicatos están más interesados en el control político y el rendimiento electoral, que en educar y formar a las nuevas generaciones de mexicanos. La nueva Reforma Educativa no parece superar esa lógica demagógica.
En lo personal soy escéptico de las pruebas estandarizadas, me parece que no reflejan la realidad del aprendizaje de muchos alumnos, sin embargo hasta ahora no se ha ideado otra forma en que podamos comparar los resultados en distintas latitudes, y las mismas dificultades que tienen unos, las tienen los otros. PISA es una forma de comparar la educación de alumnos de 15 años en distintos países con base a una muestra significativa de la población estudiantil en tres áreas fundamentales: lenguaje, matemáticas y ciencias.
Según los resultados de esta prueba, dados a conocer el pasado 6 de diciembre, México está a la cola; al frente destacan los países asiáticos, centroeuropeos y nórdicos.
Lo malo es que México no se ha movido de su calificación desde el año 2000, que fue la primera vez que se aplicó en nuestro país, manteniendo un promedio alrededor de 420 puntos, que está en el nivel 1, el más bajo de los seis que tiene... y ningún alumno me-xicano ha alcanzado el nivel 6, ni uno solo. Es decir, el problema educativo se da en todos los sistemas educativos, incluido el privado.
La transformación de la educación en todos los países ha tenido que romper sus moldes previos, ha tenido que superar inercias y ha tenido que capacitar a los maestros e involucrar a los padres de familia. Por ello, no importa las crisis financieras que se enfrenten, los presupuestos a educación no se pueden comprometer, mucho menos disminuir, para 2017 la capacitación a maestros de educación básica se recortaron en un 51%, ¿esa es la reforma educativa?, ¿así considera el secretario de educación, Aurelio Nuño, que logrará transformar el sistema educativo en 10 años? Porque esa promesa ya la hemos escuchado, en 1992 con el entonces Secretario de Educación, Ernesto Zedillo, en 2002 con el presidente Vicente Fox y al inicio del mandato de Enrique Peña Nieto.
La educación en México es una tarea inaplazable, los niños y jóvenes de hoy no tienen tiempo de esperar a que los líderes sindicales reciban sus sobornos o les premien con un hueso; ¡México requiere calidad educativa hoy!