José Gerardo Mosqueda Martínez
Con la mayor inflación, 2016 es el peor año de los últimos 17, después de promesas de crecimiento económico de 6 y 7 % y realidades de crecimiento del 1% en el último año. La confianza del consumidor cayó 7.8% en el último mes de diciembre.
La más baja credibilidad de un gobernante en nuestro país desde que se mide este indicador. Unos cuantos indicadores que no alcanzan a reflejar el malestar de los mexicanos una vez que se anuncia los incrementos a los precios de las gasolinas en el país y en consecuencia incrementos, justificados o no, en los ingredientes de la canasta básica de los mexicanos.
Porque nos habría de extrañar las reacciones de malestar y desesperación sin estar de acuerdo con los actos de vandalismo, que sin duda son provocados e instrumentados aprovechando el malestar de los ciudadanos.
No hay duda que el presidente no comprende lo que dice comprender, no entiende lo que dice entender y la pregunta que le hace a los mexicanos está muy lejos de ser un recurso retórico en su mensaje ( uno de tantos que ha dado en los últimos días ) sin autoridad reconocida por los mexicanos se enreda en justificaciones del incremento a las gasolinas, para decir, que no tienen opciones de dar marcha atrás.
Derivado de la afectación que nos provoca a todos, es que hemos analizado los componentes del precio de las gasolinas y cualquier mexicano medianamente informado logra explicar con mayor fluidez que el presidente lo que realmente está pasando.
Estamos viendo las consecuencias del desorden de gasto público, del crecimiento desmedido de la corrupción en todas las estructuras de gobierno, de los excesos en el gasto por parte de los tres poderes, de gobernantes irresponsables y de un saqueo escandaloso de parte de los empleados gubernamentales que ante las exigencias de equilibrio en el gasto público encuentran como única alternativa endosarle las consecuencias a los ciudadanos y luego salir a hacer convocatorias patrióticas.
El país ha perdido la estabilidad económica, la disciplina presupuestal no ha llegado en los años que van de la presente administración, las calificaciones económico-financieras del país bajan, las advertencias de controlar el gasto público no las ha querido escuchar el gobierno.
Ahora vienen los discursos amenazantes: no vamos a recortar los programas sociales, ni la educación, ni la salud... como si no supiéramos que son gastos que han perdido su sentido al convertirlos en gastos de operación política para comprar voluntades en los procesos electorales.
También en el gobierno estatal tenemos respuestas mediocres, insulsas, por decir lo menos: proponen planes de austeridad, endosando el gasto corriente a los propios empleados gubernamentales, después de proponerse créditos por 4700 millones de pesos, se proponen planes de austeridad de 70 millones, evitar pagar algunas rentas y dejar de comprar coches nuevos.... bueno es patético saber que alcaldes como el de León lo único que se le ocurre es ponerle menos gasolina a los unidades, para ahorrar.
A quien le importa resolver el "hubiera" si lo que se necesita es atender el problema hoy. Los planes de gobierno de inicio del sexenio deben de dejarse en el archivo, es necesario rediseñar el presupuesto, la estructura del gasto y las reglas de operación, la sociedad, las empresas, los negocios y los mexicanos asalariados ya están tomando sus precauciones y naturalmente medidas de austeridad que le permitan seguir soportando un gobierno de irresponsables y corruptos que le endosan la crisis que provocan a la economía nacional y le hace más difícil a las nuevas generaciones ver con optimismo su futuro inmediato. No es un tema de ajustes.
En realidad por mucho menos daño del que está afectando a los mexicanos, en otros países se estarían adelantando las elecciones, por mucho menos el jefe de gobierno debería estar presentando su renuncia, reconociendo su incompetencia para dirigir los destinos del país, del estado o del municipio.