Ayer iniciaron las campañas electorales en Venezuela, un proceso electoral que es claramente ilegal desde el momento en que el candidato oficial viola la ley vigente de ese país, que no contempla que el vicepresidente en funciones de presidente pueda ser candidato presidencial. Pero no es el vicepresidente el que compite, sino el espíritu del fallecido Comandante Chávez; así es, Nicolás Maduro ha mencionado cerca de seis mil veces el nombre de su patrón y predecesor, ahora convertido en ídolo de un pseudo culto socialistoide.
Esta izquierda latinoamericana que tanto ha defenestrado a las religiones, ahora se quiere convertir en una, cuyo mesías es, naturalmente San Hugo Chávez, defensor del pueblo y mártir del imperio. Y la esquizofrenia no para ahí, ayer por la mañana el mismísimo Chávez se apareció a su apóstol Maduro, nada menos que en forma de pajarito, y no, no es albur, es lo que aseveró el candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela, que el pájaro le cantó y después sobrevoló por encima de su cabeza llenándolo con su bendición. Esta es la nueva cara de la Revolución Bolivariana, una pseudo iglesia (veremos cuanto tardan en afiliarse los de la teología india) electorera, cuya misión es mantener las políticas populistas de Chávez, apóstol de la estupidez.