Impresionada por el pajarito de Maduro, la perredista Dolores Padierna, más conocida por su matrimonio con el Señor de las Ligas, pidió en Caracas que el proyecto de la Revolución Bolivariana se instale en nuestro país, encabezado, por supuesto, por López Obrador (ese que dice que nunca conoció al señor y que todo fue un “compló” para desprestigiarlo). En resumidas cuentas la ex senadora lo que quiere es que México aumente el gasto público en dádivas electoreras e improductivas, aumente la deuda externa, la inflación, disminuya la capacidad de emprendimiento de la nación y se eternice un caudillo en el poder.
En eso consiste la Revolución Bolivariana; si no lo cree mire estas cifras: según transparencia internacional, Venezuela ocupa el lugar 165 de 174 países medidos en términos de corrupción; pasó de ser el tercer productor petrolero del mundo en 1999, al decimosegundo en 2012, pese a tener las mayores reservas probadas; según el Instituto Cato, es el peor país (entre 144 evaluados) para ejercer la libertad económica y en oportunidades para crear empresas; tiene una inflación alimentaria de 31.1%, la más alta del continente; En febrero pasado, el índice de escasez de alimentos alcanzó 19.7%, el nivel más alto desde que en 2009 el Banco Central difunde el indicador. ¿Esa es la propuesta de Padierna?