Texto completo del Ángelus del papa Francisco del domingo 19 de febrero de 2017
"Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
En el Evangelio de este domingo, una de estas páginas que mejor expresan la 'revolución' cristana, Jesús muestra el camino de la verdadera justicia mediante la ley del amor que supera la del talión, o sea 'ojo por ojo, diente por diente'. Esta antigua regla imponía infligir a los transgresores penas equivalentes a los daños causados: la muerte a quien había asesinado, la amputación a quien había herido a alguien, y así para todo el resto.
Jesús no pide a sus discípulos solamente soportar el mal, les pide reaccionar pero no con otro mal, sino con el bien. Solamente así se rompe la cadena del mal y cambian realmente las cosas.
El mal de hecho es un 'vacío' de bien, y no se puede llenar con otro vacío, sino con un 'lleno', o sea con el bien. La represalia no lleva nunca a la solución de los conflictos. Para Jesús el rechazo de la violencia puede comportar también renunciar a un legítimo derecho y nos da algunos ejemplos: poner la otra mejilla, ceder el propio vestido o el propio dinero, aceptar otros sacrificios. (cfr vv. 39-42).
Entretanto esta renuncia no significa que las exigencias de la justicia sean ignoradas o contradichas, al contrario el amor cristiano que se manifiesta de manera particular en la misericordia, representa una realización superior de la justicia.
Lo que Jesús quiere enseñar es la neta distinción que debemos hacer entre la justicia y la venganza. Nos es permitido pedir justicia, es nuestro deber practicar la justicia. Lo que en cambio está prohibido es vengarnos o fomentar de alguna manera la venganza, en cuanto es una expresión del odio y de la violencia.
Jesús no quiere proponer un nuevo orden civil, sino más bien el mandamiento del amor al prójimo, que incluye también el amor por los enemigos: "Amen a los enemigos y recen por aquellos que les persiguen". Esta palabra no significa aprobar el mal cometido por el enemigo, sino como una invitación a una perspectiva superior, magnánima, similar a la del Padre celeste, el cual "hace nacer el sol sobre los malos y los buenos, y hace llover sobre justos e injustos. (v. 45).
También el enemigo, de hecho es una persona humana, creada como tal a imagen de Dios, si bien en este momento la imagen sea ofuscada por una conducta indigna. Cuando hablamos de 'enemigos' no tenemos que pensar quizás a cuales personas diversas y lejanas de nosotros; hablamos también de nosotros mismos que podemos entrar en conflicto con nuestro prójimo, a veces con nuestros familiares.
Enemigos son quienes hablan mal de nosotros, que nos calumnias y son injustos. A todos estos estamos llamados a responder con el bien, el cual tiene también sus estrategias, inspiradas en el amor.
La Virgen María nos ayude a seguir a Jesús en este camino exigente, que realmente exalta la dignidad humana y nos hace vivir como hijos de nuestro Padre que está en los cielos. Nos ayude a practicar la paciencia, el diálogo, el perdón, y a ser así artesanos de comunión y de fraternidad en nuestra vida cotidiana".