René Mondragón
Las cifras
Evidentemente, una de las asignaturas pendientes en el Estado de Guanajuato es el tema de la inseguridad. De ser considerado una de las entidades más seguras del país, hoy ya no se puede hacer tal afirmación con la misma certeza de entonces.
Sin duda, el abordaje del asunto es complejo. No puede ubicarse como el principal factor de culpabilidad a las autoridades –que deben asumir su parte–, porque son también corresponsables los funcionarios jurisdiccionales –jueces, ministerios públicos, agentes investigadores, métodos, procedimientos y protocolos–, que hasta el momento no dejan resultados alentadores por incompetencia, indolencia, complicidad, bajísima calidad en los procedimientos, que sólo incrementan los niveles de impunidad, que es la madre de todas las atrocidades.
La falta de formación en valores en el seno de las familias en cada municipio –comunicación, tolerancia, generosidad, trabajo en equipo, solidaridad– y, adicionalmente, las desigualdades, la carencia de empleo, el escaso respaldo a las MiPyMEs; las deficiencias graves del sistema educativo nacional, a todos los niveles; y el bajo fomento de vocaciones emprendedoras, igualmente forman parte del problema.
El tema es multicausal y multidireccional.
El desencanto se incrementa porque las autoridades continúan intentando tranquilizar a la sociedad y a las familias en particular, arrojando cifras en cantidades industriales, como si fueran los cuadernos de la ex "First Lady", que repetía: "Merezco la abundancia". Veamos:
¿A cualquiera de mis bellísimas lectoras y puntuales lectores les dice algo el dato proporcionado por el Observatorio Nacional Ciudadano, que destaca que en marzo del 2013 hubo 135 homicidios culposos, 1 secuestro, 36 extorsiones o 461 robos a vivienda?, cuando en el 2014, -¿qué creen ustedes?- los homicidios culposos bajaron de 135, a 134, y el robo con violencia aumentó de 371 a 426.
¿A alguien más le resulta de información valiosa, útil para la familia y respaldo en la educación de empleados, hijos, trabajadores, colegas y colaboradores, la información publicada por Milenio (en Guanajuato) cuando asegura que los efectivos policiacos disminuyeron en 18 por ciento?
¿Qué le dice al ciudadano de a pie, la nota aparecida en www.mimorelia.com, que destaca que en sólo tres meses del 2016 el homicidio doloso aumentó 64 por ciento, y que en cinco años Guanajuato pasó del sitio 16 al tercer lugar en incidencia delictiva? ¿Tranquiliza a alguien la nota que asegura que siete de cada 10 guanajuatenses considera la inseguridad como el principal problema, haciendo referencia a una encuesta nacional del Gabinete de Comunicación Estratégica? El dato interesante de la misma encuesta del GCE: 66 por ciento de los guanajuatenses aprueba la gestión del gobernador Miguel Márquez.
Lo relevante de tantas cifras es, como sostenía Carlos Monsiváis, que nadie vive en las cifras. Y el maestro Giovanni Sartori –Homo Videns– se refería a estas cifras y sondeos de una manera más fea.
La clave
No se trata de hacer reduccionismos ni de acudir al encuentro de simplezas retóricas como las del tabasqueño que asegura que estaremos igual que Suecia o Finlandia, "si el voto popular lo favorece".
Sin embargo, la clave de solución no es tan compleja, pero sí rodeada de un halo intenso de lentitud, porque se trata de PARTICIPACIÓN; y "participar" quiere decir "tomar parte". Esto es, que cada uno y cada una tomemos la parte que nos corresponda.
Obvio. Se requiere empezar por las familias, para pasar de ahí a las escuelas, a la empresa, a la academia, la economía, la cultura y la investigación. No es tan utópico, porque en las familias –a quienes la violencia las ha golpeado con fuerza– es en donde se aprende a amar a Dios, a la Patria, a los semejantes y a la naturaleza. Ahí, en el hogar, son generadores y formadores de valores cívicos y de orden superior.
Los hombres y mujeres de empresa, tienen la valiosísima oportunidad de incidir, no sólo en el movimiento de la economía y la generación de riqueza; también, si se atreven a ser socialmente responsables, de abonar al desarrollo humano de las personas encomendadas a su cuidado –no dijimos "esclavizados bajo su feudo"–, aportan grandes factores para la formación de líderes excelentes en las familias y en la sociedad, porque la educación-capacitación hace trascender a las personas.
Por supuesto, cuando las políticas públicas y las acciones de gobierno se instrumentan con una eficaz perspectiva de familia, la tan cacareada "unidad nacional" empieza a tomar fondo, forma y pertinencia, porque no se centra en la simpatía, el carisma o el desempeño de un personaje, sino en función de metas de orden superior.
Un poco al voleo –y por lo mismo el escribano se disculpa por la falta de sustento estadístico– ¿cuántas personas que participaron en los saqueos, los robos y el atraco a tiendas de autoservicio y conveniencia, han surgido de hogares disfuncionales? ¿Cuántos funcionarios y dirigentes políticos fueron entrenados en casa, para "merecer la abundancia" a costa de los ciudadanos que los llevaron a un cargo público?
No es fácil la respuesta. Este amanuense se queda con una frase fusilada a un espléndido maestro zen: "Si usted ha tomado la decisión de ser una persona honrada, tenga la certeza de que habrá un ratero menos en el mundo".