Por Jorge Miguel Ramírez Pérez
El sismo de 1985 en la ciudad de México fue impactante. La catástrofe tan temida en el subconsciente colectivo, de un terremoto mayor, desde aquél de los años cincuenta, cuando se cayó el Ángel de la Independencia, el techo del cine Encanto entre otros edificios dañados; se produjo antes de terminar el siglo y fue devastador. Pero lo que más destacó fue lo positivo: la decidida participación civil que se organizó de la nada y al margen del gobierno y de sus instituciones políticas.
La tesis del poder que menospreciaba a los pobladores de la capital, a quienes identificaba como una masa amorfa despolitizada, con egoísmos generalizados se cayó, porque no vieron lo evidente. Pudo mas la sensación de vacío y orfandad para luchar, que la exclusión que hacía la burocracia, de la mas insignificante expresión sin línea
Porque De la Madrid, quien fungía como presidente, tardó días en reaccionar, lo que se llama reaccionar y operar con eficacia. Su secretario de Gobernación Manuel Bartlett, actual senador y asesor de Obrador, no tenía ningún interés en la catástrofe. Como lo demostró manteniéndose al margen. Su obsesión como la de su paisano tabasqueño, era exclusivamente la silla.
El jefe del entonces Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre, encargado de las tertulias y cancionero presidencial, premiado excesivamente en un cargo del que no tenía idea, oriundo de San Felipe Torresmochas, quedó estupefacto ante la tragedia. La gente entonces tuvo que empezar de inmediato, a tomar las responsabilidades, que sea dicho de paso, no las había asimilado a lo largo del letargo posrevolucionario. Y empezaron a resolver con los recursos al alcance propio.
La crisis en el gabinete fue tal que todos se culpaban de no entender lo que pasaba. El silencio en materia de información para la población y para el exterior fue total. La cerrazón mostró unos líderes aterrorizados: sin consejo, a la deriva. La realidad exhibía las desnudeces de unos improvisados, que presuntuosamente usurpaban cargos para los cuales se demostró meridianamente, no estaban preparados.
Si el 68 había evidenciado las incapacidades del mando político; en 1985 se ratificó que los que estaban ocupando las oficinas públicas, no eran quienes todos habían creído.
Pero en ambos casos el gobierno usó el recurso del terror, para diluir ante la gente sus incompetencias. Se armó una revuelta disfrazada de izquierdistas desde el gobierno.
En el movimiento estudiantil les quitaron a los estudiantes el control y lo asumieron los agentes de la siniestra Dirección Federal de Seguridad y de Gobernación, previamente arreglados en el papel de furibundos comunistas, entre ellos: el misógino anarquista Perelló, la nuera de Echeverría, Rosa Luz Alegría, que después acabó en la cercanía afectiva de López Portillo; el contratista del gobierno de tridilosas, Heberto Castillo y los porros como José Nelson Murat, Fidel Herrera y otros que informaban y repartían "talega" entre los líderes de la algarada.
Por eso el dos de octubre, fue una balacera entre las policías políticas contra los profesores y estudiantes que soñaban con un mundo comunista mejor, según ellos. Algo asqueroso e infame.
Así llegó al poder el tío" mayor de todos ellos: Luis Echeverría.
En el sismo del 85, repitieron la dosis. El gobierno a través de Ebrad, el reciente promotor de la gira de Obrador en Estados Unidos y su patrón, el brazo derecho de Salinas, Manuel Camacho, hoy extinto; inventaron a sus radicales, los que acaban de irse al Morena, como Bejarano y la Padierna, a un Toño García, cerebro de la organización Cuartos de Azotea que murió jugando con su esposa, a la ruleta rusa. Y así, a través de ellos y otros más, empezaron a tomar el control perdido, por el descontento con los políticos incapaces, que no entendía lo que pasaba... igual que ahora.
Porque no saben que está pasando con los afectados de los sismos. Pero les están zurrando la paciencia a los oaxaqueños y a los chiapanecos. Sus más leales votantes.
Porque no hay nadie que le diga al estupefacto Velasco que está mal, festejando. Porque a leguas se ve que no sabe que hacer y que todo lo que hace, es mas falso que una moneda de dólar chiapaneco.
Me apena mucho porque su padre y yo, nos confrontamos al doble cacique del SNTE y de Hidalgo y además de líder nacional del PRI, Sánchez Vite; en abierto, cuando vejó a una de sus empleadas frente a nosotros; con sus bajezas infamó a las compañeras de la política. Era, porque ya falleció, el progenitor de Velasco Coello, un hombre cabal. Pero a él, lo inventaron los ya mencionados Murat y Herrera, sencillamente: sin palabras.
En Oaxaca los Murat que no ponen un pie donde está lo grave de la actual tragedia, ya implementan el escalón del terror; y los porros de la Coordinadora magisterial, anuncian que rompen la tregua, es decir que se van al vandalismo, para asustar y confundir mas a la gente. Las habilidades que trae Nelson desde la época de la DFS son criminales. Con el sismo la lucha que ya comenzó por la silla, la van a complicar. Pero no quieren ver la realidad. Y la gente tampoco, porque la desesperación, los manda al peor de los mundos políticos imaginables: el obradorismo, que lo están impulsando como escalón al plan "b", para recuperar el control, y claro, que son los mismos. Ojalá no se salgan con la suya.