El día de ayer, en Venezuela, se registraron disturbios motivados por el proceso electoral. Durante esos eventos murieron siete personas y otras 60 resultaron heridas. Ayer por la mañana, Pablo Hiriart decía en su editorial que “la radicalización de Capriles no es una buena noticia para el futuro inmediato de Venezuela” y al parecer eso mismo opinó el candidato de la oposición, ya que el día de hoy solicitó a sus seguidores que no salieran a las calles y dijo al gobierno estar dispuesto a sentarse para negociar una salida de la crisis. Esperemos que los chavistas actúen en consecuencia, pero apenas esta tarde Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional, prácticamente declaraba la guerra a Capriles mediante el Twitter, donde afirmó "Capriles fascista, me encargaré personalmente que pagues por todo el daño que le estás haciendo a nuestra Patria y a nuestro Pueblo“. Cuando las diferencias políticas se toman como afrentas personales, es muy difícil lograr acuerdos sobre la mesa de negociación. Hoy Venezuela se encuentra ante una situación tal, que de faltar el mínimo de responsabilidad por alguna o ambas partes, la violencia se podría desbordar y sumir a la nación sudamericana en una guerra civil que costaría cientos de miles de vidas, por supuesto, de los más inocentes de la nación.