Es común en nuestro país que se argumente que se tiene el respaldo social para realizar acciones de presión a las diversas autoridades, esto es parte de un modelo de democracia participativa muy válida que implica compromiso de la ciudadanía y atención de la autoridad, ya sea esta gubernamental, académica o de algún grupo. Sin embargo también es frecuente que se azuce a los ciudadanos mediante algún problema real o ficticio y después se les manipule para lograr objetivos completamente ajenos a los problemas planteados. Los maestros de este modelo son las organizaciones corporativas de los partidos políticos, pero también células radicales acostumbradas a la estrategia de guerra de guerrillas o, más recientemente, el crimen organizado a través de la distribución de dinero y “beneficios sociales”.
¿Cómo distinguir a los movimientos verdaderamente ciudadanos de las manipulaciones de las demandas sociales?; en primer lugar por el estilo de las demandas, cuando hay manipulación, la violencia tiende a desbordarse, los participantes suelen tener verdadero enojo y rencor en contra de quienes se están manifestando y las demandas son en contra de acciones o propuestas que se llevarán a cabo en algún futuro incierto. Los verdaderos ciudadanos suelen acercarse en menor número, con propuestas realistas, después de haber debatido las cuestiones al interior de organizaciones gremiales, sociedades o asociaciones, están dispuestos a escuchar argumentos y sus demandas se centran en cuestiones específicas.
Como ciudadanos responsables debemos tener mucho cuidado con las causas que apoyamos, hay que verificar la validez de las demandas y la probidad de los líderes que impulsan esos movimientos.