Quienes leen estas líneas no lo son, más bien son padres, tíos o abuelos, esta felicidad de los niños alcanza a todos y cada uno de los miembros de la sociedad; de ahí que este deseo de felicidad en ustedes, implica la de ellos. Pero también la felicidad infantil es responsabilidad de los adultos que les rodean, no tanto por los regalos que gustosos entregarán a los menores, como por la construcción de una realidad que les permite desarrollarse, jugar, aprender e incorporarse a la vida de la familia y la comunidad sintiéndose seguros. En este día del niño es necesario reflexionar sobre el mundo que se está construyendo para ellos y el ambiente que les rodeará para su sano desarrollo. Ser buenos padres no implica que a cada momento se busque la sonrisa y la diversión del infante, sino que se construya su futuro de manera que sea capaz de enfrentar con éxito las adversidades. En la mesa de educación que tuvo lugar el sábado pasado en el Foro Proyecto México, bien lo expresaba Andrés, un niño de quinto de primaria de la escuela Ramón F. Iturbe: “señores padres de familia, ayúdennos a tener buenos cimientos, si el edificio se cae, se puede volver a levantar, pero no nosotros. No nos dejen caer en las garras del crimen y la inseguridad”… esta frase, expuesta desde la mente infantil, debe ser una enorme llamada de atención para no dejar a los niños indefensos por el temor o la pereza que puede causar la responsabilidad de ser padres, hay que asumir en toda la extensión de la palabra dicha responsabilidad y ejercer la autoridad, de manera amorosa y tierna, pero firme, para que desde ahora nuestros niños aprendan a ser buenas personas, buenos ciudadanos, y el día de mañana sean capaces de educar a sus propios hijos y seguir construyendo una mejor sociedad.