Hace unos días, se conmemoró un aniversario más de la rendición del Tercer Reich Alemán, la ambición y locura de un hombre, que junto con la opresión de un pueblo, dio lugar a la guerra más sangrienta que ha vivido la humanidad; con excesos y abusos bien documentados por parte del Eje, pero también con excesos y abusos cometidos por los Aliados que aún se requiere documentar más. Sin embargo, ya no queda nadie de los actores de aquella época, ni civiles ni militares, probablemente algún muchacho que reclutaron en las últimas semanas para servir de mensajero o algún soldado que vio poca acción y que hoy tal vez padezca Alzhaimer, pero nada más. Sin embargo, muchos son los que aún quieren sacar provecho y hacer sentir responsable al pueblo alemán de hoy en día. Hace unas semanas, los irresponsables griegos que se metieron en problemas financieros por su falta de disciplina y por su extremada corrupción, salieron a las calles con pancartas en las que ponían bigotes tipo Hitler a la canciller alemana, Angela Merkel; Israel no pierde oportunidad para recordar que “ellos” fueron las víctimas del holocausto y ahora el primer ministro Húngaro salió con la embajada de que Alemania no debe enviar tanques a Hungría como ya lo hizo Hitler en la 2ª Guerra Mundial. En fin, pareciera que se desea revivir viejos fantasmas de asuntos que están totalmente superados, la Alemania de hoy no es la de Adolfo Hitler, creo que no hay un país menos interesado que ese en provocar un conflicto, pero tampoco puede resistir indefinidamente las provocaciones de los demás; existen, como en todas partes, grupos fundamentalistas y extremistas que utilizan cualquier pretexto para encender la mecha de la violencia, a esos grupos no se les debe alimentar, porque no se saben las consecuencias que pueden derivar de las provocaciones. El respeto es, en esta materia como en todas, fundamental para preservar la paz.