Todos los días hay nuevas noticias en oriente medio, y ninguna es buena. Rebelión en Irak, conflictos internos en Afganistán, Pakistán e Irán; descontento en Israel, conflictos en la franja de Gaza, alborotos y manifestaciones en Egipto. El mundo entero se voltea hacia otro lado, el árbol sirio no permite ver el bosque árabe. A ello auméntele los intereses económicos del petróleo, la paranoia israelí, la necedad propia de los pueblos árabes que tienen todo lo indispensable para sostener un conflicto, o mejor aún, una serie de conflictos de manera perpetua. Ya se ha comentado en este espacio que para lograr cualquier mejoría en el ambiente de aquella región, se necesita pasar por un periodo de perdón, ¿pero quién podrá llevarlo, quién podrá detonarlo, si todos los actores involucrados tienen conflictos unos con otros?, ¿si los actores externos tienen prioridades económicas y geopolíticas antes que motivaciones genuinamente humanistas? Creo que es tiempo para que musulmanes, judíos y cristianos involucrados en estos conflictos le pongan un alto a los intereses políticos, se requieren liderazgos ciudadanos que sean capaces de sentarse y comunicarse unos con otros, y sean ellos los que tiendan una alfombra sobre la que puedan caminar los actores políticos. Esta enseñanza del medio oriente es válida también en nuestro país; aunque el Pacto por México ha logrado sentar a algunas facciones de los partidos políticos para empezar a avanzar en reformas largamente postergadas, se requiere de la participación de los liderazgos sociales y ciudadanos que le den fortaleza a estos acuerdos y funcionen a manera de pegamento en este rompecabezas, que de otra manera se verá fracturado cuando empiecen a surgir los intereses electorales, políticos y económicos, que lamentablemente empezamos a ver como se fisura el esfuerzo que se está haciendo. Ciudadanos, pues, que sean los defensores de la nación que queremos.