En los últimos meses se ha visto en los encabezados de diarios en todo el mundo, la corrupción de ministros, funcionarios de partidos, representantes electos y hasta Lores; el común denominador ha sido la dimisión o remoción inmediata de los involucrados. Así ocurrió con Bárcenas, un funcionario del Partido Popular, cuando El País dio a conocer “los papeles” que lo involucraban en pagos indebidos y una doble contabilidad; en Francia el presidente Hollande destituyó al ministro Cahuzac cuando era investigado por fraude y desviar recursos a una cuenta en Suiza; tres Lores británicos han renunciado esta semana por acusaciones de haber recibido sobornos para apoyar a una supuesta empresa sudcoreana. ¿Y en México? puede mencionarse el caso de Lady Profeco, que la impertinencia de una niña y la actitud arrastrada de algunos funcionarios de esa dependencia, llevaron a la renuncia del Procurador de la Defensa del Consumidor. Pero, en general, los casos que se denuncian y persiguen son de los funcionarios de administraciones anteriores, así lo que hoy se ventila sobre corrupción son los casos Granier, Yunes y Nava, que por cierto no están aún integrados pero ya se litigan en medios. ¿Y los maletines con efectivo que viajaban de Jalapa a Toluca hace un año? ¿El uso de vehículos oficiales por parte de los parientes de los funcionarios? ¿El desequilibrio entre el ingreso declarado y la vida espléndida que se dan algunos hijos de líderes sindicales?, ¿o es que con Elba Esther se acabó con todos los problemas en ese rubro?, ¿El uso ilegal de recursos de un programa social, no es como para que ya hubieran presentado su renuncia varios funcionarios y no solo los de nivel medio? Como ciudadanos debemos ser más exigentes, para que así como la presión obligó a renunciar a Benítez, así lo hagan también los demás; así se abatirá la corrupción, no castigándola a toro pasado