En la primera semana de junio, las noticias sobre la economía mexicana indican una pérdida del ritmo en su desarrollo, el índice de precios al consumidor (INPC) anual, a mayo fue de 4.63%; la meta de crecimiento para la economía del gobierno se ubicó en 3.1%, mientras que la encuesta del Banco de México a especialistas la ubicó en 2.96%, lo que es una visión pesimista. Por su parte, las remesas llevan 10 meses disminuyendo y en abril se ubicaron en 1,901 millones de dólares, 6.4% menos que en el mismo mes del año anterior. La confianza del consumidor bajó de un valor de 98.6 en diciembre a 95.2 en mayo, lo que refleja que las familias ven disminuir su capacidad económica. Quizá esto es lo que llevó al Gobernador del Banco de México a señalar, la semana pasada, que México se encuentra en un “bache”, término fuera del lenguaje técnico que tan bien maneja el prestigiado y flamante presidente del Comité Económico Consultivo del Banco de Pagos Internacionales, pero que es muy conocido por los mexicanos que diariamente tienen que circular entre estos emblemáticos accesorios de las vialida-des urbanas. En los seis meses del nuevo gobierno, se ha derrochado labia sobre la transformación del país, se han alcanzado acuerdos importantísimos en las reformas estructurales que éste necesita y se han despertado expecta-tivas enormes de un mejor futuro; pero la terca realidad, acompañada de la falta de ejercicio del presupuesto guber-namental de enero a abril, han golpeado de tal manera el bolsillo de los ciudadanos, que la incertidumbre campea en el ánimo nacional. De no mediar una muy eficiente estrategia para impulsar la economía nacional en lo que resta del año, el presidente Peña Nieto bien podría estar cumpliendo su primer aniversario con los peores resultados en materia económica de los últimos dieciocho años. Por el bien de México, esperemos que esto no sea así.