Este lunes amanecimos con un video que publica Río Doce en el que el escolta que fue secuestrado hace unas semanas, denuncia una presunta colaboración del gobernador de Sinaloa con ciertos capos de la droga. En primer lugar es cuestionable la publicación de un video de esta naturaleza, ¿bajo qué condiciones fue filmado y qué presiones tenía el protagonista?, ¿cómo fue obtenido por el medio de comunicación?, ¿qué interés persigue quien lo hizo llegar al semanario?. Ciertamente el material contenido en el documento es de alto impacto periodístico y por supuesto que es de interés público, pero, ¿es verídico?, ¿se buscó alguna confirmación?, ¿los medios de comunicación pueden actuar de cualquier manera frente a una información de este tipo?, en fin, el daño está hecho; el gobernador, la procuraduría de justicia e incluso el gobierno federal tienen que actuar ante esta denuncia y se deben delimitar las responsabilidades que de él se desprendan. De resultar cierto, Mario López Valdés estaría en un problema tan grave como el que enfrenta Silvio Berlusconi en Italia, al ser condenado a 7 años de prisión por prostitución de menores, y el castigo también debería ser ejemplar. Pero de resultar falso, como todo parece indicar, el que está en un problema es Río Doce, que publica una información sin verificar su procedencia y por lo que puede ser demandado por la vía civil y tener enormes costos económicos para ellos como empresa. Todo esto nos remite a la educación por una vía tangencial, ¿qué estamos enseñando hoy en la escuela?, ¿buscar el ‘éxito’ ya sea político o empresarial o de cualquier otra índole, sin importar la ética de nuestras acciones?, ¿qué valores deben regir nuestra vida profesional?... Esto no se resuelve convirtiendo las escuelas en guarderías donde el alumno pasará todo el año, solo con la exigencia de cumplir con leyes apegadas al orden natural de sociedades ordenadas.