El ejército cumplió su amenaza a Mohamed Morsi, primer presidente democráticamente electo de Egipto, suspendió la constitución y convocó a nuevas elecciones. En estos momentos Egipto se encuentra sumergido en una profunda crisis de la que no saldrá fácilmente, las reglas internacionales señalan que el gobierno electo democráticamente es el que será reconocido por la comunidad de naciones, sin embargo el radicalismo con el que Morsi quiso imponer una legislación islámica en un país sin esa cultura, ya que llevaba muchos años viviendo con una separación entre la fe y el estado, provocó el enojo de grandes sectores de la sociedad. Israel no se sintió cómodo con un nuevo país islámico en la región y favoreció las inconformidades de la sociedad de su vecino del suroeste, estas han obligado a la comunidad de naciones a hacerse de la vista gorda y el resultado es el que hay. Pero, ¿qué va a pasar ahora en Egipto?, ¿volverá a gobernar la facción del ex dictador Hosni Mubarak?, ¿se creará un nuevo gobierno de mayoría sin la Hermandad Musulmana?, ¿quién va a confiar en que el nuevo gobierno podrá cumplir con sus funciones constitucionales sin la intervención del ejército? Precisamente la falta de certeza a en las respuestas a las preguntas anteriores será la que agrave la crisis del país del norte africano. A ello habrá que añadir que la Hermandad Musulmana no se quedará de brazos cruzados, Morsi no reconoce la acción efectuada por el ejército y podrá recurrir a las cortes internacionales para exigir el apoyo de otras potencias, dentro del propio Egipto continuarán las protestas, ahora de los partidarios de Morsi que seguramente exigirán su regreso, estos, muy probablemente serán reprimidos por el ejército y la escalada de violencia podría llevar a otra guerra civil como la que se escenifica no muy lejos de ahí, en Siria, donde ya van dos años de guerra y aún no hay solución viable para su fin.