La economía de Sinaloa siempre ha estado vinculada a las actividades primarias, como el granero de México, este estado tiene una muy importante producción agrícola, al grado de ser uno de los mayores exportadores, en volumen, de las entidades del país. Desafortunadamente ese gran volumen no se convierte en una importante aportación de divisas, ya que en el porcentaje Sinaloa queda en los últimos lugares si se trata de ingresos por ventas de sus productos en el extranjero, esto no es malo en sí mismo, todo el mundo requiere producto fresco, pero para el estado se convierte en una limitante de su capacidad de generar riqueza. Por ello, el propio gobernador ha insistido en la necesidad de dar pasos en la industrialización del estado, y a diferencia de otros que también lo han dicho, ha dado pasos importantes en ese sentido con la promoción del gasoducto. Ahora bien, en este momento, en que los agricultores no han podido cobrar importantes sumas de dinero de la venta de granos y hortalizas, por falta de eficiencia de los programas federales o por falta de efectivo en general en la economía, atenerse a la agricultura como motor para alejar el espectro de la recesión es al menos imprudente, cuando no francamente quimérico. Hay productores que no han podido cobrar facturas desde el mes de mayo en que entregaron su producción y si esto se extiende un mes más afectará el inicio del ciclo otoño invierno, ya que en septiembre se deberá empezar a preparar la tierra para la producción señalada. Por lo que se refiere al largo plazo, vale más que el sinaloense empiece a cambiar su paradigma de producción primaria, que podría mantener rezagado al estado y haga un importante esfuerzo de reeducación industrial, lo que debe ser una política pública, que logre un cambio de fondo verdadero.