Desde el inicio de su mandato, Enrique Peña Nieto se ha apostado por las reformas estructurales que tanto demanda el país desde hace al menos 15 años, en este tiempo se han realizado innumerables reformas electorales, pero pocas reformas del entorno económico, y éstas son las que apuran al actual mandatario. Sin embargo, y derivado del último proceso electoral, la oposición está amagando con reformas en el ámbito político electoral, y están utilizando como carta de negociación, precisamente, las reformas económica, particularmente en este momento, la reforma energética. Desde la semana pasada y con mayor insistencia en esta semana, tanto el PAN como el PRD han insistido en la necesidad de una reforma política, y es que saben que si no la sacan antes de la reforma energética, tanto su capital político como su margen de maniobra en el Pacto por México, se verán seriamente disminuidos. Finalmente el presidente tuvo que ceder, al menos en parte, a la presión y pospuso una semana la presentación de la reforma energética. Las negociaciones han hecho que se detenga el reloj legislativo, ya que no fue posible ponerse de acuerdo sobre los temas del período extraordinario, y el asunto es que se corre contra el tiempo, en septiembre termina el primer año de la actual legislatura y hacia mediados del año próximo el clima empezará a enrarecerse con la carrera por la renovación de la Cámara de Diputados. Lo que no se logre en este periodo que se inaugura el primero de septiembre, difícilmente se podrá conseguir después. Tanto el PRI como la oposición saben que el tiempo se agota, por ello la presión aumenta, sin embargo la necesidad de una reforma política es por la desconfianza entre los actores, por ello no será sencillo lograr un acuerdo en el tema, y eso pone en riesgo las otras reformas. Veremos.