Sinaloa tiene 11 ríos, la mayoría nacen en Chihuahua y Durango, descienden por la sierra madre occidental y bañan el
valle sinaloense permitiéndole ser el granero de México, o como prefieren llamarlo los políticos últimamente, líder
nacional de alimentos. No es solo la condición natural, sino que se ha impulsado fortalecer esta condición con la
construcción de presas, de las cuales hay 12, y quizá por ello, el sinaloense está acostumbrado a pensar que en su
estado el agua abunda, esto ha hecho que en general exista un poco conciencia del cuidado del agua, en el campo, la
gran mayoría de los productores siguen regando como lo hacían hace 3000 años los sumerios, en las ciudades se ve a
los vecinos lavar el carro con la manguera o limpiar la calle con agua a chorro. Pero el cambio climático, o la simple
sequía si se quiere, ha alcanzado a este estado, tan dependiente de la agricultura para su crecimiento y su desarrollo, y
las noticias no son buenas: para el ciclo otoño-invierno 2013, ¡no hay agua suficiente!
Es necesario que a partir de esta experiencia cambie radicalmente la forma de pensar del sinaloense y su manera de
conducirse ante este recurso vital. El campo requiere de una tecnificación de sus riegos y esto debe ser
corresponsabilidad de gobierno y productores. Las enormes inversiones que se hacen cada año para adecuar los
canales de riego serán siempre insuficientes si no se aprovecha al máximo el agua en los cultivos, es necesario
mencionar que el agua por riego rodado apenas tiene una eficiencia de 20%, en tanto que el riego por aspersión llega al
50% de eficiencia y el riego por goteo supera el 80%, pero los costos de implementar estas tecnologías están totalmente
fuera de las posibilidades del llamado sector social del campo, por lo que de manera subsidiaria el gobierno debe
encontrar el mecanismo adecuado para apoyarlos y lograr este ahorro fundamental.