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El Poder de la Oración

PPFCOLa semana pasada parecía un hecho la invasión de Estados Unidos a Siria, lo que se estimaba podría ser un detonante para un conflicto más grave y generalizado. En ese contexto hizo su llamado el Papa Francisco para una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, el medio oriente y el mundo entero.

Esta semana empezaron a surgir alternativas a la invasión, lo que parecía un hecho, ya no lo es tanto y la posibilidad de un arreglo sin necesidad de la acción militar parece posible.

Algunos podrán decir que es coincidencia, que el conflicto todavía no está resuelto o que ya desde antes se trabajaba por una solución no armada.

Lo cierto es que apenas 24 horas después de concluida la Jornada de Ayuno y Oración que encabezó Su Santidad en la Plaza de San Pedro, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, señaló que la única forma en que Siria podría evitar el ataque es que entregara todas sus armas químicas. Rusia, muy atenta al conflicto e interesada en una solución alternativa, le tomó la palabra al Secretario Kerry y lanzó una propuesta para que la ONU reciba el arsenal de armas químicas de Al Assad, por su parte el gobierno Sirio está dispuesto a hacerlo y el Presidente Obama dice estar estudiando muy seriamente la propuesta rusa para evitar la guerra.

En unos pocos días el clima internacional con respecto a la crisis siria cambió radicalmente, pocos días que fueron precedidos por el ayuno y la oración de millones de cristianos, musulmanes y personas de buena fe en todo el mundo.

Para los cristianos, los que tenemos fe en un Dios personal que está al pendiente de nosotros y nos cuida, no hay duda de que su acción providente tocó los corazones de las personas que tienen que tomar las decisiones.

¿Está totalmente superada la posibilidad de guerra? No, dependerá de que sigamos trabajando todos los días, en construir un mundo donde se de mayor valor a la vida, se asuman las responsabilidades personales y se deje a Dios actuar en los corazones, si decidimos seguir rechazándolo, como ocurre muchas veces, el no va a imponernos la paz por la que no estamos trabajando.