El agua, elemento indispensable para la vida, se está convirtiendo en un recurso escaso, al menos en cuanto a la que es útil al ser humano para su subsistencia y sus actividades cotidianas.
El agua que tanto necesitamos para que los cultivos crezcan de manera adecuada mediante las técnicas de riego y que almacenamos en las presas, que también utilizamos para potabilizar y beber, que la necesitamos para nuestra higiene personal y de nuestros hogares y espacios comunes, esa agua nos está haciendo falta. Cada año sufrimos por el estiaje, en algunos casos se llega a convertir en sequía y no alcanzamos a cubrir todas las necesidades que tenemos como sociedad.
Por otra parte, el agua nos cae a cántaros del cielo, inunda nuestras ciudades, invade nuestras casas y destruye nuestro patrimonio. Incomunica nuestras ciudades, destruye nuestros atractivos y nos complica la vida arrastrando enfermedades y desesperanza.
Y todo esto, ¿es culpa del agua? Por supuesto que no.
Nuestras ciudades no tienen ningún tipo de planeación, se autorizan las invasiones sabiendo que a la larga será un problema; se permite su crecimiento desmedido, pero no se incluyen los servicios elementales para vivir de manera digna, se acusa a la sociedad de ser sucia y no tener cultura de cuidado del medio ambiente, pero no se hace nada para educarla y darle los servicios de limpieza adecuados para que se vaya construyendo una cultura de limpieza.
Se proclama a los cuatro vientos que se invierte mucho en infraestructura para el almacenamiento de agua y se hace creer que se está resolviendo el problema, pero no ser hace nada para generar una cultura del ahorro del vital líquido, se construyen atractivos mecanismos de participación social en los gobiernos, pero solo para mediatizar a quienes buscan una solución y permitir de esta manera que alguna autoridad se levante el cuello con estas actividades.
En pocas palabras, vivimos en un país donde se ha hecho de la simulación la mejor forma de aparentar gobierno, cuando en realidad existe una anarquía fulminante, esto le costó la vida a 40 personas este fin de semana, ¿cuántas más deben morir antes de que hagamos algo para corregirlo?