Nada es tan molesto como estar atrapado en el tráfico de Ciudad de México, y más molesto cuando se entera uno que es por motivo de una manifestación, marcha o mitin en protesta por el tema de moda. La capital del país es la caja de resonancia de la política nacional, si un tema debe ser discutido por la nación debe ser llevado a esa ciudad capital, por ello al año se realizan miles de marchas, la mayoría de las cuales se concentran en el centro de la ciudad.
Es natural que ante esta situación, transeúntes, conductores y comerciantes se inconformen y busquen que se reduzca el impacto de estas acciones en su vida cotidiana, solicitando con ello la reglamentación para realizar estos actos que no solo son de catarsis, sino que también buscan objetivos políticos específicos.
En las últimas semanas, además de los inconvenientes de las marchas en sí mismas, se han sumado grupos, muy pequeños pero efectivos, que han introducido la violencia como parte de la manifestación, con la complicidad de los asambleístas del DF, además, no tienen que permanecer en la cárcel, sino que después de realizar sus desmanes, pagan una fianza y salen libres para seguir violentando la vida en el Distrito Federal. Como consecuencia natural, ahora se piensa más en una reglamentación de estas marchas y más allá, se ha llegado incluso a proponer la criminalización de las mismas. Si bien las marchas deben ser reglamentadas, y la violencia erradicada, criminalizar la protesta ciudadana en la calle es un contrasentido.
En un país democrático, debe existir la posibilidad de que cualquier ciudadano exprese su posición y opinión política con respecto a cualquier tema, cualquier grupo de ciudadanos debe también tener la posibilidad de hacer llegar su mensaje al resto de la nación, y si para ello es necesario que salga a la calle, bienvenido. Pero un gobierno alejado de la gente lo último que quiere es que esta lo critique por su desempeño, por eso normalmente la autoridad buscará que las manifestaciones se minimicen, si además es un gobierno represor, entonces llegará a prohibirlas, como ocurría en los países del bloque socialista en el siglo pasado o incluso en nuestro país, cuando esas manifestaciones no estaban apadrinadas. Debemos evitar volver a esos esquemas, pero la única manera es desterrando la violencia de las manifestaciones, si ésta sigue, el trabajo para le gobierno represor estará hecho.