La Oficina Nacional de Estadística de China acaba de publicar los resultados de crecimiento a septiembre de este año; en el reporte destacan los resultados de ventas al por menor, los cuales superaron los dos billones de yuanes (algo así como 326 mil millones de dólares), lo que representa un crecimiento del 13.3% con respecto al resultado del año anterior. El crecimiento del PIB de China en el último año es de 7.7%, muy inferior a los dieces o doces por ciento a los que nos tiene acostumbrados, pero muy superior al crecimiento de Europa, Estados Unidos o incluso Brasil, ni que decir del crecimiento de México que ronda el 1%. Pero lo que más llama la atención es que de ese crecimiento, la aportación del consumo interno llega casi al 50%, siendo 3.5 puntos del PIB. China está apostando su futuro al crecimiento impulsado por la sociedad del bienestar, lo cual sin duda es una apuesta riesgosa y dudosa, pero sin duda en el corto plazo está resultando efectiva para generar el crecimiento de aquél país.
Por su parte, nuestro país, al contrario, sigue constriñendo la economía familiar. Las familias tienen cada día menores recursos disponibles para el gasto, los salarios están cargados de un sinnúmero de costos paralelos, lo que impide su incremento, los impuestos restringen cada vez más el dinero disponible y el gobierno ejecuta mal su gasto. El ciudadano promedio se ve impedido y desmotivado para gastar dado que su ingreso apenas sirve para cubrir sus necesidades más elementales y si llega a ahorrar algo, es para cubrir emergencias, no se destina gasto para recreación, vacaciones o actividades culturales, lo que impide el crecimiento de esas áreas de la economía.
Desde hace muchos años se ha hablado del rezago del salario, el cual debería cubrir seis áreas mínimas de la vida cotidiana: alimento, vivienda, vestido, educación, salud y esparcimiento, además de permitir el ahorro para el futuro. Sin embargo para lograr estos objetivos, el ingreso familiar debería estar alrededor de $ 220 diarios, un ingreso semanal de mil quinientos cuarenta pesos o quincenal de tres mil trescientos. Desgraciadamente la realidad es que muchas familias en nuestro país se quedan por debajo de eso, aumentando el número de pobres día a día, y lo que es más grave, condenando a las futuras generaciones a seguir ese mismo destino.
Urge cambiar la mentalidad de la clase política y empresarial, dando cabida a la misericordia en el ámbito económico.