En México, como en muchos países de América Latina, existe una larga tradición de asistencia social para las personas marginadas. Estos apoyos son necesarios y deben seguir dándose, especialmente en aquellos sectores donde las familias y las personas menos tienen. Hay grandes éxitos de estos esquemas, especialmente en los sectores de salud, donde por más de 60 años el Seguro Social ha sido un ancla importante para la salud de las familias de los trabajadores, o en el sector de desarrollo de unidades productivas con FONAES, programa que promueve la asociación de los productores para tener mejores esquemas de producción y comercialización.
Desgraciadamente en muchas ocasiones los apoyos sociales han sido utilizados, no para generar una base de riqueza familiar, sino una dependencia del subsidio gubernamental, que después es manejado con fines electorales.
La verdadera asistencia social debe enfocarse a ir fortaleciendo, poco a poco, paso a paso, a las personas que se encuentran en situaciones de pobreza, cualquiera que sea su clasificación.
Es de elemental misericordia que, si alguien no tiene para comer, se le garantice la subsistencia entregando la despensa o los recursos necesarios para adquirir esta, pero es una injusticia sostener a esas familias bajo esa condición, sin brindarles ningún otro tipo de apoyo para que vayan construyendo, poco a poco, su independencia.
Por ello, es necesario que en los distintos niveles de gobierno se trabaje con mayor creatividad y entrega para nuestros pobres, que hoy representan más de la mitad de la población, pero trabajar para ellos significa que el día de mañana sean menos los pobres, porque de otra manera lo que se está haciendo es aprovecharse de la necesidad de esa gente para que siga dependiendo del gobierno, con la intención de manipularlos en tiempos electorales.
Por ello, después de los programas de alimentación, se requieren programas educativos, de desarrollo empresarial quizá en un primer momento de subsistencia, pero que poco a poco vayan generando las condiciones para que el pequeño negocio vaya creciendo y permitiendo a los individuos sostener a sus familias, de desarrollo social, en el que se vinculen de mejor manera con otros grupos que les permitan ampliar su horizonte y de desarrollo político que les brinde la oportunidad de tomar sus propias decisiones en el manejo de la comunidad. ¿Utopía? no lo creo.