El día de ayer, Joaquín Hernández Galicia AKA La Quina, emprendió el viaje a la última morada, en lo personal espero que se haya reconciliado con Dios y llegue a su seno, pero no por ello debemos dejar de analizar sus acciones y el significado que este líder sindical petrolero tuvo para el país, y las consecuencias que por los modelos de corrupción que impulsó seguimos pagando.
La Quina apoyó la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas en el año 1988, para ese momento ya se había enemistado con Miguel de la Madrid y a Carlos Salinas le había jurado que de él haría todo lo que estuviera en su mano para impedir su llegada a la presidencia.
La fractura que en 1987 se escenificó de la familia revolucionaria, en el que una de las facciones, la cardenista para ser más precisos, se separó del PRI, llevó a un reacomodo de las reglas y finalmente a la fractura del sistema político mexicano que imperó de 1934 a 1982, un sistema en el que el presidente era omnipotente y al mismo tiempo piedra angular del sistema político: recibía todas las cargas, y del mismo modo distribuía todo el poder.
Pero el cardenismo, expulsado de la presidencia con la llegada de López Portillo, consideraba que le tocaba nuevamente ocupar la silla, lo que le fue negado por el ala tecnocrática que se había instalado en el poder… y le ha seguido negando desde entonces, ya que incluso en el PAN, pareciera que los que han llegado son precisamente los socialtecnócratas, no los socialdemócratas ni los demócratas cristianos, pero esa es otra historia.
En este marco, La Quina, quien manejó con astucia su poder como líder sindical de Pemex, se alineó con la corriente cardenista, con lo que en la práctica abandonó el PRI, pero era un México en el que estos desplantes de independencia no podían ser exhibidos por un líder sindical.
Con el apoyo de la CTM (a pesar de encontrarse también dividida, seguía siendo controlada a plenitud por Don Fidel), Carlos Salinas de Gortari dio el golpe al sindicato petrolero, corrió al líder traidor y puso uno a modo: Romero Deschamps, quien en nada cambió la política corrupta de Hernández Galicia, si acaso lo único que hizo fue distanciarse más de la base trabajadora. Curiosamente el mismo procedimiento empleado contra La Quina, se utilizó hace unos meses contra La Maestra, en su momento esperábamos que fuera un acto democratizador, pero hasta ahora no hay indicios que respalden esa idea, por el contrario, parece confirmarse cada vez más un esquema autoritario de regresión al pasado.