El inexorable paso del tiempo nos ha traído ya a la mitad del mandato de Mario López Valdez, primer gobernador de Sinaloa que gana unas elecciones sin abanderar al Partido Revolucionario Institucional.
Es un buen momento para reflexionar seriamente, sin fanatismos partidistas ni expectativas desmedidas, sobre lo que ha sido y debería ser por lo que resta, este sexenio.
En los primeros días posteriores al triunfo electoral de Malova, y los primeros meses de su mandato, la ciudadanía puso muy alta la esperanza de cambio, una perspectiva poco realista, aunque alentada por la propia campaña del entonces candidato de la coalición “El cambio es ahora por Sinaloa”
La alternancia de partidos en el gobierno estatal resultó, como antes en lo federal también, una triste desilusión. El gobierno “ciudadano” de Mario López Valdez incluyó a los priistas que lo acompañaban, a los panistas y a los perredistas que le prestaron la franquicia e incluso en algunos puestos menores a miembros de los otros partidos que conformaron la coalición. El resultado hasta ahora, al menos como se ve desde la ciudadanía de a pie, es de total descoordinación, de confrontación incluso en algunos casos. Es célebre el llamado del subsecretario Marcial Liparoli en Ahome, para respaldar a los candidatos del PRI, incluso mucho antes del proceso electoral de este año. Como consecuencia, la coalición de 2013 “Unidos Ganas Tú” se dijo traicionada por el gobernador y Edgardo Burgos, dirigente estatal de Acción Nacional, se deslindó del gobierno en el que siguen participando no pocos panistas.
Adicionalmente, los resultados en materia de seguridad y mejora económica no han sido los deseados. Los desastres naturales han sido la constante en estos tres años y las promesas de campaña han sido cumplidas solo parcialmente.
Ante esto, los ciudadanos, que son quienes eligieron al gobernador, deberán realizar una seria reflexión para rescatar lo más posible del proceso de transición: no hay gobierno que pueda solo con la enorme tarea que hay por delante, lograr los cambios legales y estructurales que requiere Sinaloa para salir fortalecida de este proceso de transición, requiere de un cambio cultural profundo del ciudadano, requiere de la participación y el compromiso de todos, y ese es el reto para los próximos años.