La revista Forbes publicó ayer el Top 10 de los mexicanos más corruptos de 2013, posicionando a la ex lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) Elba Esther Gordillo en el primer lugar. Un puesto del que seguramente nadie la quiere ni puede quitar.
El resto de la lista, que sin duda tiene personalidades con todos los merecimientos para estar ahí, quizá tenga aspectos que podría discutir cada quien, según sus preferencias e inclinaciones políticas, aunque no sería fácil desplazar a los “nominados” por la revista.
Forbes explicó que el listado surgió a partir de que México se ganara el título del país de Latinoamérica más corrupto, de acuerdo con el grupo de anticorrupción global International Transparency, y esto es más grave, pero también difícil de negar.
El problema de la corrupción en México, tiene mucho que ver con la falta de transparencia gubernamental y es el aspecto que pelea esta organización trasnacional, esta transparencia sin duda podría venirnos bien, porque al sabernos vigilados por lo menos pondríamos más cuidado en lo que hacemos, pero no es definitivo, al menos no para los mexicanos, y es que el problema de corrupción tiene otras dos vertientes al menos: la impunidad y la falta de civismo.
En México, según diversas fuentes, la impunidad, es decir, los delitos que no se castigan, superan el 95%. Ante esta realidad, en México cometer un delito no tiene consecuencias legales o jurídicas, con lo que no hay un incentivo para un buen comportamiento; peor aún, este porcentaje incluye los delitos de alto impacto, que son más perseguidos, los delitos de corrupción solo son castigados como consecuencia de rencillas políticas: ejemplos claros de esto son La Maestra y La Quina, por mencionar solo dos, pero también podríamos recordar a Jorge Díaz Serrano quien se peleó con Miguel de la Madrid o Carlos Jongitud Barrios que tuvo diferencias con Salinas y por ello fueron apresados o separados de sus cargos, pero no hay una lucha sistemática y coherente en contra de la corrupción en el sistema mexicano.
Por otra parte, revise usted los diarios y verá la enorme cantidad de “gentlemen” y “ladies” que aparecen en las noticias, y sume todos los que no salen. Los mexicanos creemos que tenemos el derecho divino de violar la ley, existen justificaciones para todo desde pasarse el semáforo hasta falsificar un título o robar a otro sus pertenencias. Y si además somos sorprendidos en el acto, no dudamos un instante en sobornar, amenazar o mentir a la autoridad para evitar el castigo. No somos capaces de hacer vida el viejo adagio: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, solo nos interesa nuestro propio derecho, solo importa nuestra propia satisfacción, solo vale nuestro criterio mezquino… Esta, y no otra, es la razón por la que México es uno de los países más corruptos del orbe, y si no cambiamos nosotros ahora, nunca tendremos un gobierno medianamente decente.