La democracia representativa es un modelo de gobierno mixto, en el que supuestamente los ciudadanos elegimos (gobierno del pueblo) a las personas mejor preparadas (aristocracia intelectual) para formular unas leyes que sean aplicadas por el poder ejecutivo (monarca temporal: el gobierno de uno solo). Este modelo democrático genera división por necesidad, es decir, al existir distintos intereses en la población, los ciudadanos eligen a diferentes tipos de personas, supuestamente las que mejor les representan, para que defiendan sus puntos de vista. Después, estos representantes electos deberán reunirse, intercambiar puntos de vista y tomar decisiones sobre lo que conviene más para la comunidad, para que finalmente, estas disposiciones sean entregadas al ejecutivo, quien deberá velar por el cumplimiento de la voluntad expresada por los representantes en nombre del pueblo.
México no tiene una verdadera democracia por tres razones:
1. Los ciudadanos somos poco participativos y responsables al momento de elegir a un representante, en el mejor de los casos participan 6 o 7 de cada 10, pero comúnmente llegan a ser 4 o 5 de cada 10. Además, no ponemos interés a las propuestas reales de gobierno, lo que estamos buscando es el que se ve mejor en la televisión o en la foto o simplemente se vota por los colores que más gustan o de plano, en el colmo de la irresponsabilidad, se vota a cambio de una torta o cien pesos. El primer paso para ser demócratas consiste en verificar quienes son las personas que se postulan y votar por la que es mejor para la comunidad, no para mi interés personal.
2. Los acuerdos de los legisladores deben ser discutidos, confrontados y sintetizados para construir mayorías; ese diálogo se debe dar de la manera que sea posible, ya sea abiertamente o de manera discreta, con buenos modales o a sombrerazos; pero debe llevar a la construcción de acuerdos. Los ciudadanos no debemos extrañarnos de que nuestros representantes den “shows” o se pongan de acuerdo “en lo oscurito” (siempre que no sea la oscuridad motivada por la corrupción), pero debemos exigir cuentas a nuestros representantes en cada distrito y en cada entidad federativa una vez concluido el proceso, si el desempeño que ha tenido nos ha gustado, podremos impulsarlo para nuevas responsabilidades, de lo contrario, seríamos tontos dejándolo más tiempo en el servicio público.
3. Los acuerdos tomados por una mayoría, son de aplicación general y deben ser respetados por todos, siempre que no vayan en contra de los derechos humanos, sin importar si estamos de acuerdo o no con lo que se ha dispuesto.
Desgraciadamente, no cumplimos ninguno de los tres puntos mencionados con anterioridad; nos quejamos mucho, decimos cómo se deberían hacer las cosas, pero lo que nos toca, no lo hacemos. Por eso México tiene una democracia sin demócratas.