El artero asesinato de la actriz y modelo Monica Spear, Miss Venezuela 2004, llamó poderosamente la atención sobre el tema, pero Venezuela viene sufriendo desde hace tiempo una situación difícil con la violencia.

Según el gobierno venezolano, en 2013 fueron alrededor de 11,000 homicidios los registrados en el país sudamericano con 30 millones de habitantes, es decir, una tasa de casi 37 homicidios por cada 100,000 habitantes, pero según la asociación Observatorio venezolano de violencia, los asesinatos en realidad ascendieron a 23 mil, con lo que la tasa se va a 77 homicidios por cada cien mil habitantes. Otros estiman en casi 25 mil los homicidios y 80 la tasa por cada 100 mil habitantes.

Para darnos una idea, la tasa de homicidios en nuestro país, que en 2011 alcanzó su máximo nivel (a reserva de saber cuántos fueron los de 2013) se quedó ligeramente por debajo de 24 asesinatos por cada cien mil habitantes, ese mismo año Venezuela llegó alrededor de 60 por cada 100,000 habitantes.

La profunda crisis económica que vive hoy el país caribeño no hace sino agravar este mal, por ello es quizá que el líder opositor, Henrique Capriles, quien se encuentra en una confrontación permanente con el presidente Nicolás Maduro, espcribió en su twitter, después del homicidio de Spear, que era momento de dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos para mejorar esta situación.

El ministro del Interior, Miguel Rodríguez, dijo que la cifra correcta es la de 39 homicidios por cada 100.000 habitantes, y sugirió que la cifra no oficial dada por esta ONG está vinculada a escenarios que buscan desprestigiar al Gobierno, como todo lo malo que ocurre en Venezuela, es producto de una conspiración yanqui que busca acabar con la revolución bolivariana.

Hace más de una década, el chavismo decidió dejar de publicar las cifras de homicidios, para evitar el desgaste, pero los medios lo siguen haciendo, y cada lunes en la prensa se puede encontrar el número de muertes violentas vinculadas a robos, peleas, venganzas y pasiones desbordadas entre otros motivos.

El Ejecutivo ha prohibido incluso a los periódicos publicar fotos violentas sobre crímenes en las portadas. Los que han desafiado esta norma han sido multados.

En Venezuela, la corrupción se traslada a todos los ámbitos de la seguridad, desde el policía que no investiga si no hay sobornos hasta el fiscal que se cruza de brazos cuando hay un caso sobre su mesa.

Para nosotros debe ser preocupante este panorama, ya que nuestras autoridades parecen seguir el mismo camino; la censura disfrazada de prudencia, el silencio como estrategia, la corrupción de funcionarios responsables de la seguridad y la indolencia de los aparatos de justicia pueden hacer que también en nuestro país las cosas vayan hacia el caos que hoy viven nuestros vecinos del sur.