México es más dado a los cuentos que a las cuentas, y Sinaloa no es la excepción; pero las cosas han venido cambiando para bien en las últimas dos décadas. Quizá esa es la razón por la que el informe de gobierno, ceremonia anual en la que el presidente y los gobernadores se auto complacían con los cuentos que inventaban sobre la situación e la administración pública, ha venido a menos, pero en realidad es una desgracia… si, el informe de gobierno no debe desaparecer, si los modos antiguos en los que el servidor público que encabezaba el ejecutivo federal o estatal era prácticamente celebrado, pero no el ejercicio republicano de rendición de cuentas.
El diputado Ramón Lucas Lizárraga, ya hizo la propuesta formal en el Congreso del Estado, el gobernador debe volver al recinto legislativo a rendir su informe de gobierno, será un informe distinto a como se hacía en el pasado, no se requiere ni del eterno discurso que duraba horas como en tiempos de Echeverría, ni el ampuloso mensaje político que se acostumbró después con la decadencia presidencial.
No, el informe de gobierno debe ser eso, un informe, claro, con una enorme cantidad de datos que justifiquen los dichos, pero en el que se pare y explique de las responsabilidades que se le tienen asignadas, ¿cuánto y cómo se ha avanzado?
¿Es muy difícil?, no lo creo… eso nos evitaría situaciones vergonzosas como las que presenciamos en estos días, en las que acusaciones de gastos indebidos, desviación de recursos, ejercicio indebido, desaparición de bienes, etcétera, se dan, tanto en la administración estatal como en las municipales.
El gobierno del cambio que representa Malova, no solo está para perseguir a los que se portaron mal en el pasado (o en el presente), sino también, y fundamentalmente, para sembrar la semilla, poner los cimientos, de una nueva forma de entender y tratar el servicio público. La realidad es que en estos primeros tres años poco se ha visto del cambio, solo quedan tres más para que López Valdez logre la trascendencia que, estoy seguro, como sinaloense quiere tener para dejar a su estado una herencia que lo enriquezca y lo haga un mejor lugar para vivir, pero para ello se requiere de la rendición de cuentas claras, transparentes, honestas, y no solo de él como gobernador, sino de todos los involucrados en el servicio público, incluidos los alcaldes, los diputados y los jueces.
Esa, precisamente, es la labor política, conseguir los cambios profundos y necesarios. La población logrará reconciliarse con sus autoridades políticas, en la medida en que vea que estas trabajan por construir un mejor estado, no desde el discurso, sino a través de acciones concretas que duran más que la pavimentación de una calle, la transformación cultural del estado que lo vio nacer y que nos verá morir a la mayoría de los que lo amamos.
