Tras la detención del más famoso y buscado capo de la droga en México y el mundo el sábado pasado en Mazatlán, han surgido muchas voces para señalar si es o no positivo que se haya logrado esta captura y qué posibles consecuencias podría traer al mundo del narcotráfico y, por extensión, al estado de Sinaloa.
Joaquín Guzmán Loera ha sido, desde hace mucho tiempo, el principal dirigente de la organización denominada Cártel de Sinaloa o Cártel del Pacífico, a diferencia de lo que parecen reflejar los medios de comunicación, hoy se sabe que esta no es una estructura piramidal con una clara cadena de mando, sino un conglomerado de intereses cruzados en la que igual manda Joaquín Guzmán que Ismael Zambada… y tal vez algunos otros que desconocemos, por lo que la caída del hombre más buscado por la DEA no significa en realidad una pérdida para el mundo del narcotráfico, no al menos directamente.
Sin embargo, fuera de esta precisión, la captura de Guzmán Loera significa un avance importantísimo en las operaciones de búsqueda y captura emprendidas por el Gobierno Mexicano en aras de generar un mejor ambiente y disminuir la delincuencia en el país, porque ahora todos saben que, si cayó el capo de tutti capi, cualquiera puede caer.
Los próximos días son fundamentales para el éxito de la estrategia gubernamental, esto porque la información que puede proporcionar este personaje es valiosísima, no solo para el narcotráfico en México, sino en América, Europa y Asia por lo menos… quizá en todo el mundo.
Por otra parte, muchos funcionarios y empresarios involucrados en este negocio ilícito, que de alguna manera se vincularon con el capturado, deben estar temblando y preocupadísimos porque sus nombres pueden salir a relucir, las labores de inteligencia que realiza la policía seguramente deberán llevar a nuevas y más capturas conforme la información les sea revelada, pero también muchos se descararán ante la preocupación y probablemente salgan huyendo del país antes de que esto ocurra, lo que en sí mismo ya es benéfico para le ambiente nacional.
Finalmente, después de un logro de este tamaño y el consecuente crecimiento de confianza por parte de la ciudadanía a favor de sus gobernantes, se deberá reflejar en un trabajo permanente y con resultados similares, con las detenciones de personajes de diversos cárteles de la droga y otras actividades delincuenciales que laceran igualmente a la población y quizá de manera más sensible.
Las manifestaciones de confianza del Secretario de Gobernación en el sentido de que seguirá habiendo resultados nos deben llenar de esperanza y, aunque exista escepticismo por tantos años de incumplimiento, confianza en que la autoridad seguirá cumpliendo con la tarea que la ciudadanía le ha encomendado.
En este tema tan fundamental no se debe regatear reconocimiento a las autoridades, pero se debe exigir que sigan por el mismo camino.