Los días pasan de manera vertiginosa, y mientras la sociedad está distraída con el tema de la captura de “El Chapo” Guzmán, a nivel nacional se cocina la reglamentación de la reforma política, y en Sinaloa avanzan las conversaciones en la misma materia que darán el nuevo esquema para la competencia política y el ejercicio del gobierno.
Los reclamos de la sociedad por ser escuchada y participar del diálogo entre los partidos políticos y el gobierno ha caído en oídos sordos, la clase política estatal se cierra y trabaja a manera de monopolio u oligopolio en el mejor de los casos, pero el mandante, el soberano, no es escuchado.
Cualquier acuerdo, especialmente los que se refieren al tema de la convivencia política, debe ser parte de un consenso, no sólo de las facciones partidistas que se reparten el poder, sino también de los ciudadanos, especialmente los que de manera organizada a través de gremios, sindicatos, asociaciones, cámaras o fundaciones trabajan todos los días para resolver los problemas cotidianos de niños, ancianos, empleados, patrones, pequeños comerciantes, maestros, personas que ejercen un oficio o jóvenes estudiantes.
El vespertino Le Monde, el día de ayer publicó una encuesta en la que señalaba el descontento de la juventud que se siente defraudada y, por ello, tentada a la revuelta. Vemos los ejemplos de lo que ocurren en medio oriente, Ucrania, Venezuela y África, pero no aceptamos que esto sea por la falta de comunicación entre la clase política y la sociedad, pero es precisamente lo que está ocurriendo.
El mundo entero se dirige hacia una confrontación cada vez más generalizada, no entre países (afortunadamente) sino entre hermanos (lo que es quizá peor) que no han sabido encontrar la forma adecuada de convivencia en la vida cotidiana.
“Compromisos por Sinaloa” es la oportunidad para involucrar a la sociedad entera en sus diferentes expresiones para incluir las inquietudes y deseos, especialmente de aquellos que se sienten más marginados y apartados de las decisiones de poder, pero que de manera cotidiana contribuyen al desarrollo de nuestra sociedad, ¿tendrán los políticos la capacidad de ver esta oportunidad o se conformarán con acaparar el poder y dejar que la bomba estalle?