Crimea es una región de Ucrania que tiene población rusa, más o menos al igual que la mitad sur de ese país. Bajo este pretexto, Vladimir Putin ha invadido la península de Crimea, la cual desconoce al régimen de Kiev tras la caída del presidente Viktor Yanukovich.
Por supuesto que Europa y Estados Unidos han salido a defender la integridad territorial de Ucrania ante la flagrante violación a los tratados internacionales de la potencia rusa.
Desgraciadamente ni Estados Unidos, ni Europa, tienen la voz completa para reclamar a Rusia…
Quienes cruzaron la línea roja fueron EEUU y la UE en 2007 aceptando que se creen estados en función del grupo social-nacional. En aquella época, países de la OTAN “ejemplarmente democráticos” invadieron Serbia y le arrebataron Kosovo, acabando de esta manera con la integridad territorial de una nación, como la amenaza hoy Rusia para su vecino.
Por supuesto que el interés de estos países no es puramente desinteresado, en todos los casos, Rusia, Estados Unidos y Europa, buscan inmiscuirse en los asuntos ucranianos por motivos geopolíticos o geoestratégicos, fundamentalmente con lo que tiene que ver con el gas natural, este recurso que se ha vuelto, a últimas fechas, más valioso incluso que el petróleo (aunque no por su precio).
Ucrania está ubicada a un costado del Cáucaso, junto al Mar Negro, esto lo convierte en un paso económico fundamental entre la rica en energéticos península árabe y la zona más desarrollada del planeta, Europa Occidental, esta posición estratégica ha hecho que a lo largo de la historia Ucrania sea la muchacha que todos quieren sacar a bailar en la fiesta, y poco tiene que ver el tema de los derechos humanos o el de la legalidad constitucional.
Como quiera que sea, la actual situación, como ya se ha comentado antes, pone al mundo europeo al borde de una guerra de magnitudes insospechadas, por lo pronto China ya declaró su favor hacia su aliada Rusia y, aunque Putin ha prometido que el uso de la fuerza será el último de los recursos y que no se está anexando a Crimea, la verdad es que todos nos deberíamos hincar a rezar por la paz mundial… ¡otra vez!