Acción Nacional está viviendo, a nivel nacional, un proceso de renovación de su dirigencia que está polarizando a la militancia, como ocurre siempre que hay una oportunidad de elegir a quien represente a una comunidad, habrá quien se decante a favor de uno y de otro candidato.
En medio de este proceso, desafortunadamente, las figuras locales que ejercen el liderazgo se han metido también de cabeza en el proceso, lo que no debería de ocurrir, ya que si gana el que es apoyado por las dirigencias, habrá protestas de fraude y si pierde, el liderazgo quedará completamente comprometido, además de generar una mayor polarización que en nada beneficia a las instituciones políticas.
En Sinaloa, el dirigente Edgardo Burgos Marentes ha tomado partido, abiertamente, por Gustavo Madero e incluso llegó a confrontarse con el otro candidato, Ernesto Cordero, de manera pública a raíz de una visita del senador con licencia a la entidad.
Para desgracia del PAN, el dirigente estatal se aleja cada día más de su función de dirigente y se acerca más a la de promotor del voto de su preferido, no solo por hacer públicas sus simpatías, sino porque además descalifica a todo aquel que le lleva la contra en cualquier tema del que se trate.
El último caso fue el de la ex senadora María Serrano, quien señaló que no ve a la dirigencia impulsando y fortaleciendo a los cuadros para la candidatura a gobernador del estado para 2016, a lo que el líder blanquiazul sinaloense respondió que esa no era su función y que ella ´tuvo toda la oportunidad de proyectarse desde el senado y no lo hizo.
Por lo visto Burgos Marentes no entiende la naturaleza de su función, si no está ahí para ganar elecciones, ¿entonces para qué está?, si el senado debe ser un trampolín para construir candidaturas, ¿entonces señala a Francisco López Brito como el próximo candidato de Acción Nacional a la gubernatura de Sinaloa?
Desafortunadamente el máximo dirigente del PAN en Sinaloa está perdido en la lucha por el poder y no quiere, o no puede, ser un factor de unidad para su partido, algo que cualquier dirigente partidista debería buscar en primera instancia, pero parece que ahora lo importante es contribuir a la campaña de Madero, lo demás, a ver como se arregla.
A menos que el líder estatal del PAN sepa que lo que está en juego es en realidad su supervivencia política y que esto depende de que lo proteja un poder superior, ya que ha recibido acusaciones de mal manejo de recursos y despilfarro, como sus boletos de clase premier en vuelos nacionales, comidas ostentosas y hospedajes de lujo en compañía de sus incondicionales que abiertamente presume en sus redes sociales y que no se corresponden con los pobres resultados que hasta ahora ha dado al PAN.