En la columna COORDENADAS de Enrique Quintana en El Financiero comenta la caída en las ventas de WalMart en un 2.6%, es decir, que la gente gastó menos que el año pasado o en otras palabras, el dinero alcanza menos.
Por otra parte, según los noticieros radiofónicos de Culiacán, el camarón llegó a venderse hasta en $190 y el pescado en general ha sufrido una disminución en su consumo, asociado quizá a un aumento del precio durante la cuaresma. Si a esto se le suma que el kilo de limón llega todavía hasta los $60 y el cartón de huevo a $50 (no ha bajado de precio desde aquel aumento supuestamente debido a la escasez por la fiebre H1N5 en granjas de Jalisco), nos encontramos con un mercado caro y un aumento de los salarios raquítico.
La única consecuencia lógica de eso es que la gente gaste menos, cuide más lo poco que gana y evite todo tipo de gastos superfluos, sin importar lo que digan los economistas de Harvard y sus proyecciones macroeconómicas.
Por otra parte, destacan un par de noticias relativas al salario: el titular de SEPyC nos informa que aproximadamente 60 maestros ganan entre 60 y 100 mil pesos al mes; y por otro lado La Jornada publica un artículo en el que revela que el ingreso de Basilio González, presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI), es superior a los 200 mil pesos mensuales.
El salario mínimo vigente desde el pasado 1° de enero en Sinaloa es de $63.77, por una jornada de trabajo de hasta 8 horas, es decir que si una persona ganara este salario y tuviera que tomar únicamente dos camiones para ir y volver del trabajo a su casa, le quedarían 48.77 pesos para satisfacer sus necesidades y las de su familia: un kilo de tortillas y le quedarían 34.77, un kilo de frijoles y le quedarían 10 pesos, los cuales tendría que guardar para que al final del mes tenga para pagar el agua y la luz, ¿cómo puede esta persona salir de su miseria?, me podrán decir que nadie gana el mínimo, pero no estén tan seguros de eso, al menos dos personas trabajarían en ese hogar, cierto, de otra manera se mueren de hambre… pero ¿qué justicia recibe esta persona?
En tanto, su patrón se queja de que no hay ventas, pero ¿si no les paga a sus empleados para poder adquirir lo que les vende, cómo espera poder vender algo?
Ojalá que fueran muchos más los maestros que ganaran entre 60 y 100 mil pesos, ojalá hubiera cientos de miles que ganaran lo mismo que el presidente de la CONASAMI, entonces sí: las tiendas se cansarían de vender, los restaurantes se atestarían, los cines tendrían más funciones y los negocios en nuestras ciudades florecerían; pero con la realidad en que vivimos, y sin que haya alguien dispuesto a romper el circulo vicioso en que nos encontramos, estamos condenados al estancamiento.