Cuando se piensa en la economía de Sinaloa, inmediatamente viene a la mente la actividad agrícola, en tiempos recientes, además, se ha dado un importante valor al turismo, que con la inauguración de la carretera Mazatlán-Durango se ha convertido en una realidad, al acercar la playa a los estados del norte, durante muchos años complicados para acceder a ésta por la barrera de la sierra, pero que con esta maravilla de la ingeniería ha quedado a pocas horas y ahora con suma facilidad pueden llegar en un viaje rápido, incluso para un fin de semana.
Este desarrollo, en lo agrícola o en lo turístico, está ligado, necesariamente, a la calidad de nuestros ríos, los que desgraciadamente, hemos descuidado y contaminado.
Once ríos cruzan la geografía sinaloense, ríos que recogen el agua en la sierra, bañan los valles y desembocan en el pacífico; pero también, en su paso por el valle y las ciudades, recogen una enorme cantidad de contaminantes, entre agroquímicos y basura; el agua que recogen en la sierra es cada vez menor debido a la deforestación que hemos infringido a este ecosistema. Desembocan en el mar pacífico, y al hacerlo arrojan todo lo que en el camino fueron recolectando a su paso.
De esta manera, la cantidad de agua de nuestros ríos ha disminuido, su calidad se ha deteriorado y su utilidad se ha comprometido.
Hoy, incluso los turistas son puestos en peligro por los contaminantes que desechamos, a veces sin estar conscientes de ello, en el mar.
Quizá les sorprenda saber que ya no somos líderes en la producción de gran variedad de productos agrícolas, y si seguimos por el camino que vamos, pronto no habrá forma de sostener el desarrollo de nuestro querido estado.