Si entendemos la política como los esfuerzos encaminados para la búsqueda del bien común y la actividad indispensable para el servicio a la comunidad, la negociación con otras fuerzas políticas se vuelve un instrumento indispensable en la búsqueda de los objetivos propios, ya que existen diferentes puntos de vista y, por tanto, diversas acciones programáticas en la consecución de ese bien. En las democracias parlamentarias, las alianzas son establecidas por los partidos políticos en función de lograr una coalición gobernante con mayoría legislativa, esa alianza se da después del proceso electoral y se funda en una negociación sobre puntos específicos que ambas partes se comprometen a apoyar.
En el caso de México las alianzas son electorales, el objetivo es vencer al (a los) partido(s) mayoritario(s), y no existe ningún acuerdo específico sobre la plataforma de gobierno, eso queda a discreción de los candidatos, quienes se lucen y aprovechan el éxito (cuando lo hay) de la coalición.
Así, cuando Vicente Fox ganó en el año 2000 con la Alianza por el Cambio, el Partido Verde esperaba ser recompensado con la Secretaría de Medio Ambiente, lo cual no ocurrió; ni se dieron los pasos para promover las leyes que eran impulsadas por ese partido, razón por la cual solo un año después se declaró opositor al gobierno, pero sin mayor efecto en la solidez de este.
En 2010 y ahora en 2013, en las elecciones locales el PAN y el PRD están buscando establecer alianzas con el objetivo de vencer al PRI, en algunos casos lo va a lograr (como lo hizo en 2010), pero ninguno de los dos partidos logrará algo que le beneficie, si no ponen en claro sus objetivos de gobierno.