Más de un millón de kilómetros cuadrados de nuestro país se encuentran afectados por la erosión hídrica de los suelos, según un estudio realizado por CONAFOR y la Universidad de Chapingo, es decir 52% del territorio está en proceso de desertificación, y luego nos preguntamos ¿por qué está tan loco el clima?, ¿por qué hay tantos derrumbes y desastres naturales?
La erosión del suelo es un proceso natural que se da por el correr del viento y del agua, como toda superficie está expuesta a esto elementos, entonces es natural que ocurra; entonces ¿cuál es el problema?
El suelo es la tierra donde se encuentran los nutrientes que la vegetación convierte en energía a través de la fotosíntesis, esa energía la aprovechamos todos los seres vivos al comer plantas o ingerir cualquier producto derivado de ellas o de los animales que se alimentan de esos vegetales. Sin vegetación no puede existir el ciclo de la vida, y sin suelo no puede haber plantas. La naturaleza, que erosiona el suelo, también la protege, creando una capa protectora con hojas, ramas y arbustos y flores menores que impiden que el agua o el aire se lleve la tierra a otro lugar. Las personas mayores pueden recordar que antiguamente los ríos tenían aguas más claras y había arroyos durante todo el año, esto era debido a esa misma capa protectora que retenía el agua haciendo que su flujo fuera más lento, evitando así el arrastre de la tierra y proveyendo del vital líquido a los arroyos durante, incluso, la época de estiaje. ¿Qué ha pasado?
La deforestación que hemos hecho, para aprovechar los recursos maderables o para abrir espacios para la agricultura, han hecho que rompamos el ciclo natural de protección del suelo. Ahora para revertir el daño que hemos provocado es necesario que invirtamos importantes recursos económicos, materiales y humanos para reforestar nuestros bosques, especialmente en las zonas altas, donde la pendiente es mayor y por tanto el arrastre de los materiales del suelo más evidente y grave.
La naturaleza nos llama insistentemente a que la cuidemos y le pongamos atención, los graves fenómenos que vemos y sufrimos cada vez con mayor frecuencia pueden ser minimizados si aprendemos a convivir con la naturaleza, nunca podremos evitarlos del todo, pero su gravedad puede ser controlada.
Como únicos seres pensantes del planeta, tenemos la obligación de protegerlo y proteger a todas sus criaturas; como cúspide de la cadena alimenticia es un suicidio no hacerlo.